Otras miradas

El método Hematocrítico. Un homenaje

Guillermo Zapata

Guionista y escritor

Imagen de archivo de Migue López, conocido como El Hematocrítico. - ARCHIVO
Imagen de archivo de Migue López, conocido como El Hematocrítico. - ARCHIVO

Se murió Hemato y el mundo se volvió inmediatamente peor.

Su muerte volvió a demostrar que las cosas buenas de la vida, todo lo que hace la vida mejor, se confunde en el paisaje y se hace pasar por normal, casi por garantizado. Para la buena prensa que tiene todo lo que hace nuestra vida peor, que pasa siempre por complejo y sofisticado, se escribe muy poco sobre lo bueno. Hemato formaba parte de lo bueno. Era un productor de "lo bueno", un multiplicador de "lo bueno".

Yo no conocí personalmente a Hematocrítico. Nunca le había llamado Miguel, que era su nombre. Para mi siempre fue Hematocritico. Y cuando cogí un poco de confianza en redes, simplemente Hemato. Compartimos, eso sí, algunas buenas amistades y nos cruzamos algunos mensajes privados cuando twitter era un sitio en el que merecía la pena hablar de algo. Gracias a sus recomendaciones conseguí uno de los mejores libros que se han escrito nunca sobre Los Soprano (The Soprano Sessions, de Matt Zoller Seitz y Allan Sepinwall, por si queréis buscarlo)

Estos días gente más lista que yo, que escribe mejor que yo y que le conoce mejor que yo ha escrito cosas estupendas, emocionantes e inteligentes sobre su figura. Yo sólo quería, quizás con cierta dosis de egoísmo, intentar identificar un método Hematocrítico. Una pista. Una orientación. Algo que me sirva para que eso que me hacía tan feliz, eso que sentí que perdía cuando me enteré de su muerte, siga por aquí.

Es una tarea difícil, pero creo (me digo a mi mismo) que es necesaria y creo que es también respetuosa.

Alex de la Iglesia cuenta en un libro de entrevistas que una vez iba por la calle con su el guionista que escribe con él la práctica totalidad de sus proyectos, Jorge Guerricaechevarria, y que vieron un cartel en una casa que ponía "Se vende. Razón: Portería". Y que Guerricaechevarria dijo "Si que tiene que ser chunga la portería esa".

Lo cuenta para explicar cómo hay algunas personas que tienen un tipo de agilidad que les permite ver la realidad desde un punto de vista distinto. Ese tipo de genialidad es la que parecía brotar de forma natural de cada cosa que hacía Hematocrítico. Es el tipo de mirada que permite coger un cuadro y titularlo: Señora hinchando un cristo inflable y que cuando mires al cuadro ya no puedas ver otra cosa más que esa. Es el tipo de mirada que hace que te des cuenta de lo divertido que sería (quizás de las cosas más divertidas que yo he leído en mi vida) recopilar los mensajes de odio que se dejan unos vecinos a otros en los portales. O hacer una olimpiada de cuales son las mejores cosas, que por cierto ganaron los gatos. Los gatos le ganaron a Internet.

Supongo que cultivar esa mirada es importante, pero no es "lo bueno". Lo bueno es hacerlo sin esperar nada a cambio. Por jugar.

Supongo que esta es la clave del Método Hematocrítico, que hacía las cosas porque le apetecía. Porque le gustaban. Su grandísimo amigo y Hermano Podcast Noel Ceballos lo ha llamado Ser Lover, en vez de Hater.

Ser Lover, hablar sobre todo de las cosas que te gustan. Dedicarle muy poco espacio a lo que te molesta, a lo que odias, a lo que te enfada, es otra de la claves.

Pero a la vez, y esta es otra de las cosas que más me fascinan, hacer todo ello sin convertirte en ñoño o nostálgico. Escapar de todas y cada de unas las trampas de lo trascendente sin darle importancia, y sin renunciar a decir las cosas que quieres decir. Tengo algunos ejemplos, pero mi favorito es la forma taxativa, contundente y divertidísima con la que se despachaba con los trolls que venían a tocarle las narices. El mal buscando casito y encontrándose seis toneladas de Hemato.

Hablo de método para evitar la idea de que Hematocrítico habitaba un periodo bueno anterior al presente. No era así porque antes twitter era mejor y ahora no. Era mejor porque hacia mejor los lugares que habitaba. Por tanto era algo que le pertenecía a él, no a esos lugares. No es que hubiera unas redes sociales buenas en 2011 que se fueron pudriendo (aunque eso pasara, la mayor parte de las cosas terribles de las redes sociales ya estaban ahí en 2011, sólo que estábamos ocupados con las buenas) Es una forma de estar en el mundo.

Una forma basada en la empatía, la curiosidad singular por las cosas y perseguir el goce y el juego. Pasarlo bien y pasarlo bien con otros y hacérselo pasar bien a otros. Como recomendar el mejor libro sobre Los Soprano a un desconocido o subir los subtítulos de tus series favoritas a un foro y hacerlo automáticamente mejor.

La vida de Hematocrítico es la prueba de que hacer mejor los lugares que uno habita produce una especie de riqueza que se multiplica, que los hace más habitables.

Es decir, que existe lo bueno. Esa parte de infierno que no es infierno. Eso es lo bueno. Lovers. No Haters. Quizás a eso se reduce todo.

La noche de su muerte sentí muchísima tristeza. Sentí también todo lo que nos perdimos y lo sentí mucho por toda su gente cercana, la gente que le conocía de verdad. Pero también me reí. Me reí repasando sus blogs, leyendo sus libros, releyendo sus tuits y los pocos mensajes privados que nos cruzamos.

Todo era muy triste y, a la vez, todo lo que quedaba, el perfume de sus acciones, era tan feliz, tan alegre, tan... bueno, que por qué quedarse sólo con la tristeza.

No es cómo si no nos hubiera avisado. Lo advertía cada dos por tres, como un faro en la niebla o una linterna en la oscuridad... #VamosAMorirTodos.

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