Otras miradas

8 ideas de política, cultura, redes sobre 2023

Guillermo Zapata

Guionista y escritor

Un niño mira a través de un agujero en una pared dañada después de un ataque israelí, en el campamento de refugiados de Far'a, cerca de Tubas, en la Cisjordania ocupada por Israel. REUTERS/Raneen Sawafta
Un niño mira a través de un agujero en una pared dañada después de un ataque israelí, en el campamento de refugiados de Far'a, cerca de Tubas, en la Cisjordania ocupada por Israel. REUTERS/Raneen Sawafta
El genocidio convertido en contenido

Imposible empezar por otra parte mientras la matanza de civiles sigue imparable en Palestina, mientras se sigue asesinando a niños y niñas. Es el año de la destrucción material de las instituciones internacionales, el año del fin de las Naciones Unidas como herramienta útil a ningún tipo de defensa de los derechos humanos.

Pero es también el año en el que hemos visto como el scroll permanente de nuestros dispositivos móviles domestica el horror; en el que ver ya no implica conmocionarse. En el que recordar y seguir hablando de, es un esfuerzo consciente (y necesario). En el que ya no podemos creer que ninguna imagen pueda por si misma construir un vínculo y producir algún efecto.

Hemos visto también tiktokers pro-israelies que bromean sobre las mujeres que han perdido a sus hijos en Gaza y las imitan de forma exagerada, o los soldados que presumen de buscar niños para matarlos. El horror se ha espectacularizado.

Secesión de los ricos

Terminó Succesion y con ella se abrió el debate sobre la representación de las elites económicas del planeta. ¿Era vitriolo puro o era una versión muy sofisticada del viejo Dallas, la vieja Santa Barbara o el viejo Falcon Crest? Quizás no importe tanto eso cómo la irrupción de dichas élites como problema para el conjunto de la humanidad. Su representación, sin duda, ha cambiado: de los expertos malvados reyes de la conspiración a un subconjunto de incompetentes con diversas taras emocionales por culpa de papá.


La segunda temporada de 30 Monedas está también consagrada a la Secesión de los Ricos. En una versión acelerada de nuestro Zeitgeist con Torreznos nos encontramos con un millonario que ya tiene un pie en lo mesiánico y dónde tecnología, secta, recursos y, sobre todo, apocalipsis, se dan la mano. Ya no hay cielo e infierno, bondad y maldad, hay una cuenta atrás en la que los ricos recubren de nihilismo sus escapadas a paraísos artificiales que salen siempre mal para la mayoría.

La fabulosa novela Fortuna del escritor Hernán Díaz sigue también el rastro de la formación de grandes fortunas y es casi una disección de la formación del capitalismo contada como una suerte de nuevo Gran Gatsby sobre la percepción de las élites sobre si mismas y sobre los dispositivos culturales que las describen.

Perromanía

El devenir meme del presidente del gobierno ya existía antes de las elecciones de 2023, pero sin duda eclosionó en éstas, recogiendo toda la energía que proyectaban sus adversarios y deshaciéndola en una pompa de jabón. Nunca antes habíamos tenido un presidente del gobierno que estuviera tan instalado en una cultura que necesita dotar a los accidentes biográficos de narrativa.


La memetización de Sanchez, que han articulado con brillantez cuentas de X como MrHandsome o el meme "Más sabe el el perro sanxe por perro que por sanxe", explica también la recomposición de la representación en tiempos de reels, Tik Tok, etc.

Como todo fenómeno cultural, produce una autonomía entre el sujeto representado y la sociedad que produce el meme, el Perro Sanxe es más libre que el presidente del gobierno, más gamberro y disfrutón. Goza más de su condición de poder y pide menos disculpas. También tiene más margen de maniobra.

La "perromanía", como todo fenómeno viral, puede caducar, mutar o volverse un enorme problema en cualquier instante, pero a día de hoy se mantiene con buena salud. "Me gusta la fruta" por la derecha, y "You’ve been PSOE´D" por la izquierda no han conseguido cambiarlo.


Monjas y aliens

Si The Leffovers es la serie que mejor ha trasladado el estado emocional de EEUU tras los atentados del 11 de Septiembre como una quiebra de sentido tan profunda, que afecta a la espiritualidad misma, 2023 nos ha traído avistamientos de ovnis, películas de monjas, abducciones y muchas sectas, para situar la angustia emocional y la falta de sentido de una sociedad sin asideros comunitarios tras el COVID.

El ejemplo más virtuoso, el que cruza mejor todos estos elementos es La Mesías, la serie de Los Javis que dialoga con nuestro presente a través de una historia en la que conectamos de muchas y extrañas formas, desde la total ausencia de horizonte de esperanza para sus protagonistas, que flotan sin sentido, a las formas más maníacas de dicho sentido representadas en las Flos Mariae. La serie ofrece también una reflexión oscura sobre la cultura, pues los mismos videos que ven niñas para evadirse de una situación horrible, son los barrotes de la celda en la que las encerraran el resto de su vida.

Siendo La Mesías el ejemplo más acabado, creo que merece la pena nombrar otros dos fenómenos. El resultado en taquilla de La Monja 2, o la llegada a Netflix de Hermana Muerte, recuperando el cine de terror en convento y, por otro lado, Nadie te salvará una reflexión bastante problemática pero interesante de la "cultura de la cancelación" a través de una historia de abducciones contada como cuento de terror.


Elon Musk y el fin de Twitter

Hasta 2023 la figura de Elon Musk no era como la actual, pero la compra de Twitter y su posterior conversión en X han marcado un antes y un después. La llegada de X ha partido la red. Esa especie de sincronización mundial de la información que se producía a través de Twitter ha quedado irremediablemente rota y con esa ruptura se ha roto también la idea de las redes como soportes informativos basados en protocolos y normas. La ideología del nuevo internet está mucho más fragmentada y culturalmente mucho más "de parte". Fin de la tecnoutopía neoliberal, llega el tecnofeudalismo, encarnado en figuras que operan desde la visibilidad y la toma de posición. El eje ideológico X se alinea por completo con la extrema derecha.

Sin embargo, en lo que es una condición también del presente, entre mantenerse en el interior de un barco zombificado a la deriva y escapar a alternativas más agradables, seguimos prefiriendo el barco lleno de zombies porque tenemos terror a quedarnos, de nuevo, solos, apostando por una herramienta que finalmente pueda no ser "la alternativa". Así, ante la ausencia de alternativas, la única alternativa es seguir en el mismo lugar.

Motosierra

La Motosierra de Milei marca, sin duda, el final de 2023 y llena el mundo de imágenes apocalípticas. Una argentina "cesarizada", con proyectos de ley que amenazan la soberanía del Congreso, prohibiciones al derecho de manifestación y el sueño neoliberal convertido en apenas unas semanas en necropolítica.


Como toda corriente ahora visible, la Motosierra de Milei se puede rastrear en otras subculturas que han ido surfeando los últimos años y que en 2023 han tenido su particular eclosión como fenómenos políticos. Especialmente la burbuja de las criptomonedas que ha producido una nueva cultura masculina basada en la especulación como ideología moral y la ausencia de intermediarios estatales, o regulaciones en general, como sosten político.

Una idea que enlaza también con la vuelta del espartanismo a la masculinidad. Convertir el cuerpo en una inversión, mirar el mundo a tu alrededor como objetos que poseer o con los que hacer negocio. Defender que la única manera de saber si eres el más fuerte es un mundo dónde nadie te proteja. Todo esto toma cuerpo en las elecciones argentinas, pero recorre el mundo con la misma intensidad desde la Italia de Meloni a la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso.

La IA como Misión Imposible

La nueva entrega de Mission Imposible enfrenta a Tom Cruise con una suerte de Inteligencia Artificial que está en todas partes, que puede ser cualquiera y que domina y manipula todas las fuentes de producción de información y contenido. La película añade además una capa de mitología cristiana porque, al fin y al cabo, una IA es un desafío pequeño para Cruise y aquí vamos directamente a darnos galletas con dios, pero la elección de la IA como enemigo da cuenta también de la aparición de la Inteligencia Artificial ya como realidad absoluta en nuestro mundo.

2023 es el año en el que los sindicatos de guionistas y los sindicato de actores y actrices de Hollywood han librado su particular batalla contra la IA y es el año en el que a una velocidad descomunal se ha disparado la afiliación a sindicatos en la industria del videojuego por motivos similares. A ese conflicto debemos sumarle todas las denuncias realizadas por dibujantes y escritores por las fuentes que han utilizado las empresas que desarrollan inteligencia artificial para entrenarlas. Una violación flagrante de los derechos de autor que ya está en los tribunales.

La pelea para el año que viene es clara. ¿La IA es un herramienta para hacer más fácil la creación, el trabajo y la vida o es una herramienta para la desposesión de la creación, el trabajo y la vida? La respuesta, cómo casi siempre, no está en la herramienta, sino en la propiedad de la herramienta.

Distopía como confort

Sorprende, por tanto, que en este 2023 tan lleno de ejemplos distópicos en mundo real, la distopía se haya vuelto una especie de mascota domesticada en la producción cultural.

No es raro que lo distópico reine sobre los imaginarios, salvo honrosas excepciones que dan la vuelta a la tortilla alegremente en este 2023, como La Mala Costumbre, de Alana Portero, que sin renunciar a la dureza, propone esperanza dónde hay comunidad. Lo normal es que reine la bajona, pero es sorprendente como se ajustan a la perfección las fantasías de los millonarios de 30 Monedas buscando un reset al mundo, con las películas que se creen progresistas y recurren sistemáticamente al colapso como único horizonte posible de la sociedad en la que vivimos.

Ejemplos hay a patadas, pero el último y quizás más prestigioso en su envoltorio es esa versión gentrificada del cine de Jordan Peele llamada Dejar el Mundo Atrás, producida por los Obama, para condensar todos los terrores del presente y volverlos abstractos, sin causas ni consecuencias, tan sólo unos leves toques de conspiranoia y el viejo reset que lo volverá a poner todo en orden.

Afortunadamente, 2023 también nos trajo Barbie. Barbie es lo más cerca de lo utópico que hemos estado este año a muchísimos niveles, pero quizás el más importante es el aporte fundamental que hace para entender "lo masculino" como performance permanente y el desplazamiento de sentido que supone el Barbieland para pensar que todo lo que parecer ser cómo es, podría ser de otra forma. No es menor el gigantesco fenómeno cultural fan que ha construido la relevancia cultural de la película. Sus colores pastel, sus canciones, su alegría, es el reverso emocional a la inmensa mayoría de los productos culturales (y los fenómenos políticos) de este 2023.

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