Otras miradas

Cuando París era Morella, Ximo Puig encontró a Ramón Cabrera

Conxa Rodríguez

Autora de ‘Ramon Cabrera, a l’exili’, ‘Los exilios de Ramón Cabrera’ y la novela histórica ‘Piano a cuatro manos’.

El expresidente de la Generalitat Ximo Puig asiste a la jornada inaugural del XV Congreso del PSC en Barcelona. EFE/Quique García
El expresidente de la Generalitat Ximo Puig asiste a la jornada inaugural del XV Congreso del PSC en Barcelona. EFE/Quique García

Ximo Puig, expresidente de la Generalitat Valenciana, inicia estos días su nueva fase política como embajador de España en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con sede en rue Andre Pascal, en el centro de París, junto al torrente del río Sena que moja la ciudad. Tras ocho años de presidente de los valencianos; 12 de secretario general del PSPV-PSOE; y 17 de alcalde de su pueblo, Morella (Castellón), a sus 65 años, París y la OCDE son un reto fácil a su carácter conciliador. Ese es su mayor atributo: el carácter conciliador, que viene a decir que aquí nos tenemos que entender, puesto que Morella, País Valenciano o España, es de todos, derecha e izquierda políticas, y debe prevalecer el entendimiento.

En las calles parisinas junto al caudal del Sena, Ximo dará con antecedentes históricos que llevan el nombre de su pueblo asociado al general carlista Ramón Cabrera (1806-1877), conde de Morella y marqués del Ter, quien se paseó ensimismado y caviloso por el centro de París en numerosas ocasiones, pero especialmente en una: la adhesión al liberalismo y a Alfonso XII, auspiciado por Antonio Cánovas del Castillo, figura de la transición, el Adolfo Suárez del siglo XIX. El día 11 de marzo de 1875 a las 14.00 horas en la habitación número 38 del hotel Mirabeau en el 8 de la rue de la Paix, cerca del Sena, Ramón Cabrera firmaba el llamado Pacto de París por el cual dejaba de ser absolutista o carlista y se pasaba a las filas liberales. Su caso era una evolución ideológica natural: el exilio en Inglaterra lo había hecho conciliador y respetuoso con el diferente religioso e ideológico; no era oportunista. Su cambio de ideas no le conducía a un sueldo, ni a cargo político alguno.

Retrato de Ramón Cabrera.
Retrato de Ramón Cabrera.

Ximo andará, también reflexivo, por las calles que pateó Cabrera, perdedor de dos guerras, hace un siglo y medio. El PSPV-PSOE perdió las elecciones contra la cacareada máxima que llevó a Bill Clinton a la presidencia de EE.UU en 1992: "¡Es la economía, estúpido!". Los indicadores económicos les eran favorables a los socialistas. Su gestión de la pandemia fue correcta, a pesar del reto que supuso para todos los Gobiernos. El PP valenciano, con una cantera de exdirigentes en la cárcel, no tenía alternativa económica al Pacto del Botànic y optaron por atacar al hermano de Ximo en una causa judicial que está quedando en nada, no ha llevado, de momento, a ninguno de sus parientes a la cárcel ni se les espera. Pero como bien se ha visto con Mónica Oltra o Pablo Iglesias, los medios de la derecha destruyen con repetidas e insistentes insinuaciones, en cambio, omiten sus errores.

En la corriente del Sena que moja la capital francesa confluyen en la actualidad Ximo Puig y el rastro histórico del general que inició su carrera militar en Morella en 1833. A diferencia de Ximo, la vida del Tigre del Maestrazgo estuvo hilvanada por una geografía de torrentes; desde el Ebro de su nacimiento en Tortosa en 1806 hasta el Sena de su conversión política en marzo de 1875, pasando por el Matarraña de la ejecución de su madre en 1836, el Támesis de su exilio en Londres y Virginia Water de 1850 a 1877 o el Adur, de Biarritz, sur de Francia, en el que efectuó la escisión cabrerista del Partido Carlista, en el mismo 1875. El título de marqués del (río) Ter puso el broche final a esta azarosa trayectoria política.


La afluencia de ríos en la vida de Ximo Puig es raquítica, comparada con la del catalán. Ximo era parte de mi grupo de amigos en la adolescencia que coincidió con la Transición. Éramos jóvenes de secano que solíamos ir de excursión al río Bergantes a bañarnos el día de san Jaime y/o de san Pedro. Él no fue de los primeros en enfundarse un bañador cuando en Morella no teníamos piscina. Las chicas nos atrevimos antes que ellos. A día de hoy, alguno de los amigos del grupo, a sus 65 años, aduce no tener bañador, porque no lo necesita: no le gusta la piscina, inaugurada hace 43 años, ni la playa a la que se llega con menos de una hora de viaje; el Bergantes de nuestra juventud se ha secado. Ximo, de Morella partió hacia Castellón, carente de río caudaloso, después se instaló en Valencia donde el agua del Turia había desaparecido del mapa local.

Del 22 al 24 de marzo el expresidente atenderá en Benicàssim al congreso extraordinario del PSPV-PSOE que él mismo convocó y que ratificará a la ministra de Ciencia Diana Morant como su sucesora, y primera mujer, a la dirección del partido. De regreso a París primaveral, quizás aprecie el sortilegio de vivir en una ciudad marcada por un río y por la historia que la ha hecho como es; del intento de grandeza imperial bajo Napoleón Bonaparte en el siglo XIX a motor de la Unión Europea en el XX y XXI. El hotel Mirabeau, que recibió a Cabrera para su último acto político, todavía está abierto en la calle de la Paz, cuyo nombre se perpetúa como aspiración colectiva a lo largo de los siglos. ¿Será el cargo de embajador en la OCDE el último acto político de Ximo como fue el del conde de Morella en París?

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