Otras miradas

Por un Fondo de Transición Industrial

Laura Ballarín, Matthias Ecke, Mohammed Chahim y Raphael Glucksmann

Eurodiputados socialistas

Por un Fondo de Transición Industrial
Foto de archivo de una fábrica de automóviles. - EP

La transición hacia una industria sostenible y competitiva en Europa es prioridad del Grupo Socialdemócrata en el Parlamento Europeo. Este proceso ha de ser guiado por una verdadera visión europea, cimentada en la estabilidad regulatoria y la financiación conjunta.

La emergencia climática, la cuarta revolución industrial y el contexto geopolítico sitúan a la industria europea en una encrucijada. Es más necesario que nunca que Europa asegure su autonomía estratégica debido al auge de políticas industriales eficaces en China y EEUU, la pandemia y la agresión rusa a Ucrania.

Es imperativo que respondamos a estos retos con la misma determinación que llevó a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Es esencial trabajar en una visión industrial europea integrada en la que los Estados miembros de la UE trabajen juntos, en lugar de tener 27 diferentes políticas industriales y estrategias de financiación. Esto podría conducir a una competencia directa entre países y a un debilitamiento de nuestro mercado único.

Pedimos un Fondo de Transición Industrial basado en la estructura del Fondo Next Generation EU, para aumentar la capacidad de inversión de la UE hasta al menos 200.000 millones de euros al año durante los próximos 5 años. Garantizar una base industrial europea fuerte con empleos de calidad no es opcional.

Estabilidad regulatoria

La certidumbre regulatoria y la estabilidad política son elementos cruciales para que nuestros sectores productivos avancen en la senda que hemos acordado durante esta legislatura (2019-2024). Servirá para atraer inversiones al disminuir riesgos en nuevas tecnologías, incrementando sus rendimientos.

La competitividad de la UE y el Pacto Verde van de la mano. Ahora es el momento de concretar estas ambiciones y aprovechar plenamente su potencial para impulsar nuestras economías. Esta transformación permitirá reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, mostrar al resto del mundo cómo sostenibilidad y competitividad se refuerzan mutuamente, y estimular a las empresas europeas para que puedan liderar las tecnologías del futuro.

El gran impulso a tecnologías sostenibles como los coches eléctricos, por parte de China y EEUU, disipa cualquier duda sobre su potencial económico. No es el momento de abrir "guerras culturales" superficiales para obtener réditos electorales a corto plazo, es el momento de construir la competitividad futura de Europa en torno a las tecnologías verdes.

Este próximo mandato exigirá acordar un objetivo climático para 2040 que continúe la trayectoria de reducción de emisiones fijada en el paquete "Fit for 55". Cualquier desviación de esa trayectoria podría provocar inseguridad para nuestra industria e influir en sus decisiones de inversión sostenible. Una mayor proporción de energías renovables en el mix energético de la UE será crucial para reducir precios y aumentar nuestra autonomía estratégica.

El Pacto Verde ha de ser la base de la política industrial europea. Esta estrategia debería contar con una visión y una planificación globales. La actual Ley de Industria de Emisiones Cero Netas es un buen primer paso, pero necesitamos más granularidad, más énfasis en condiciones laborales, planificación geográfica y una financiación suficiente para marcar realmente la diferencia. Hay que trabajar en instrumentos que llenen este vacío.

Hablemos de dinero

Incluso teniendo estabilidad regulatoria y un marco legislativo completo, hacen falta más recursos. Nuestra industria sostenible tiene problemas para competir con la china y la estadounidense, con amplio apoyo financiero de sus Gobiernos.

Se calcula que las inversiones en proyectos sostenibles, tanto privadas como públicas, requerirán unos 650.000 millones de euros al año en la UE. Es imperativo que las empresas inviertan en modelos empresariales sostenibles, a pesar de ello, el apoyo de la UE es también esencial y ya contamos con diversas posibilidades a través del Fondo de Innovación, Horizonte Europa, Next Generation EU, InvestEU, entre otros. No obstante, hace falta más para cumplir nuestros objetivos y aprovechar los beneficios económicos de la transición para las empresas europeas. Debemos liderar en lugar de seguir a otros.

La flexibilización de las normas sobre ayudas de Estado crea un desequilibrio entre los Estados miembros basado en su capacidad fiscal. Debemos salvaguardar la igualdad de condiciones, o el mercado único se fragmentará. Además, los ecosistemas de nuestras industrias van más allá de las fronteras de un solo Estado miembro. Reforzar una parte mientras se ignoran otras no conduce necesariamente a una mayor resistencia y, mucho menos, mejora la competitividad.

Las ayudas estatales fiscales y la competencia fiscal desleal también deben debatirse en este contexto de igualdad de condiciones. Debemos completar la Unión de Mercados de Capitales ya que permitirá a las empresas europeas mucho mejor acceso a financiación. El recientemente acordado Marco de Gobernanza Económica contribuye a las limitaciones financieras de muchos Estados miembros para emprender el necesario gasto.

La creación de un nuevo instrumento presupuestario común será crucial para revertir la situación actual. Necesitaremos diseñar una metodología para garantizar una asignación eficiente y justa, así como incluir rigurosas condicionalidades verdes y sociales. Proponemos basarnos en el modelo creado por los fondos Next Generation EU.

No será una tarea fácil, pero Europa no puede perder esta oportunidad de luchar por la competitividad del futuro al tiempo que se crea empleo de calidad y se reducen las dependencias de nuestras economías. El precio a pagar por no tomar las acciones necesarias sería mucho más alto. Por ello, la próxima Comisión Europea debe centrar su trabajo en un Fondo de Transición Industrial, guiado por una clara visión industrial europea. Esta visión, junto con recursos suficientes, permitirá a nuestra industria acometer estas transformaciones y seguir siendo el verdadero motor de la integración, la prosperidad y el bienestar europeos.

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