Carta con respuesta

Impasible el ademán

Estimado compatriota: soy un superviviente. En 1964 asistí en persona a la victoria de España sobre la Rusia Soviética en el Santiago Bernabéu. Por paradojas de la vida aquel año, el de los 25 años de paz, empezó la decadencia del franquismo: rebeldía estudiantil, huelgas, Comisiones Obreras, marejadillas en la periferia nacionalista. Aquel año empezó el deterioro de la Patria madre y eterna a pesar del gol de Marcelino contra Marcelino (Camacho). Aquel gol no logró renovar la furia de nuestra unidad de destino en lo universal. Pero todo llega: veo de nuevo que la roja y gualda campea por los aires de nuestra España, vuelve la furia española y el podemos, podemos. Pero me da pena que pueda pasar como en el 64 y desperdiciemos la victoria. Le escribo esta carta como convocatoria: propongo que no desaprovechemos la energía que la alegría otorga: nada de bocinazos por las calles o banderas en la Cibeles: TODOS A GIBRALTAR. ¡Podemos! ¡Podemos! Oé, Oé.

FERNANDO GARCÍA DE LA TORRE ALICANTE

De momento no hemos tomado Gibraltar, pero no pierda la confianza. ¡Podemos! ¡Podemos! En 1964 el Caudillo pecó de exceso de benevolencia, como ese padre que concede demasiados caprichos a sus hijos. Celebrábamos los XXV años de paz y usted recordará, por ejemplo, quién fue uno de los dibujantes de aquella campaña: Máximo, el que luego acabó en El País, como Juan Luis Cebrián (entonces una destacada figura de la prensa del Movimiento). Las cosas han cambiado: hoy tenemos caudillos con otro talante. Hoy las adhesiones son de verdad inquebrantables y volverán, ya han vuelto, banderas victoriosas.

¿Es que no ha visto los carteles donde se repite con orgullo Gobierno de España? ¿No se emociona con las banderas gigantescas en la plaza de Colón? ¿Es que no ha aprendido cómo se deshace una huelga? ¿No ha leído cómo se cocinan espaguetis a la boloñesa con los estudiantes rebeldes? ¿No ha comprobado cómo se trata a los extranjeros sin papeles, aprobando medidas progresistas? ¿Se ha dado cuenta de cómo hay que pararle los pies al que quiera llevar a cabo una consulta popular? Abra los ojos, amigo Fernando, y se dará cuenta de que, ¡por fin!, en España empieza a amanecer.

El sueño tenaz y los gritos de rigor (¡Una! ¡Grande! ¡Libre!) vuelven para hacerse realidad: España está orgullosa de sí misma. Sin complejos. En 1964, lleno de buena intención, el Caudillo tal vez nos mimó demasiado. Hemos aprendido la lección: mano dura, que es por nuestro bien. Así seremos esta vez capaces de todo. ¿Gibraltar? ¡El cielo es el límite! Recuerde la consigna: "Ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en la vida". Oé, oé, oé.

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