Rosas y espinas

Troglodizándonos

Rocio Saiz
La cantautora Rocío Sáiz.

Como friki de la Prehistoria, no dejo de admirarme de la capacidad que tiene esta nueva derecha moderada de troglodizarnos a todos. Cada vez que salgo a la calle y escucho a cierta gente, amigos y hermanos míos, me vuelvo un poco menos bípedo. Le arrojo piedras a la luna, en vez de poemas. Froto mi soledad contra los troncos de los árboles. Y, cada vez que me enfado con la pelirroja a la que hago infeliz, no expongo argumentos, sino aullidos, y después, ante sus siempre sabias razones, agacho el rabo, actitud fálica que tampoco la contenta.

Hasta hace poco tiempo yo pensé que solo me estaba haciendo viejo. Hoy sé que me estoy volviendo prehistórico. Y eso no se cura con viagra, sino con votos. Y las autoridades me dicen que no puedo votar varias veces para combatir mi degradación. Así que aquí estoy, volviéndome prehistórico sin quererlo, y frotando dos piedras, o dos palabras, a ver si consigo encender un poema.

Pero no.

Tampoco lo consigue Rocío Saiz. Muchos de vosotros no la conoceréis. Y hasta ahora yo tampoco la conocía. A ella también la están convirtiendo en australopiteca, en homínida. La han deshumanizado interrumpiendo su concierto en el Pride murciano porque se quitó la camiseta ante su público. Nadie del público protestó por el destape, pero la policía intervino y decidió paralizar el concierto. Los organizadores del evento se portaron como lacayos y, para disimular, le taparon a Rocío Saiz con la bandera arcoíris sus bellísimos pechos (todos los pechos son bellos, de hombres y mujeres).

Los trogloditas no le teníamos miedo a la desnudez del cuerpo humano. Pero en este siglo XXI, ese concierto se suspendió temporalmente por la simple e inocente visión de unos pechos. Rocío Saiz se puso una camiseta para poder continuarlo, y la ausencia de derechos humanos quedó una vez más en evidencia ante los derechos trogloditas, en los que la desnudez era aceptada con la misma naturalidad que la caída de las hojas en otoño.

Exhibir partes del cuerpo humano no es exhibicionismo, sino esa cosa tan bella llamada naturalidad. Otro asunto es que un cura se levante la sotana ante la boca de un niño de doce años, razón por la cual no se ha interrumpido ninguna misa ni se ha metido en la cárcel a casi ningún cura.

Si los trogloditas escribiéramos, escribiríamos que estamos viviendo una fase humana que se podría definir como pre-troglodismo.

Muchos músicos de sexo masculino –más o menos– se quitan la camiseta en los conciertos, y no pasa nada. Y, como troglodita, os pregunto: ¿hasta qué momento evolutivo de la historia estáis dispuestos a retroceder si os dan miedo unos pechos de mujer? ¿Por qué un macho pude exhibir sus pechos y una hembra no?

Aunque los trogloditas queremos seguir siendo trogloditas, e involucionar cada vez más por principios y por distanciarnos de la evolución humana, a veces nos debilitamos y encendemos la televisión para ver cómo actúan estos seres. Es como una nostalgia en la teoría de la evolución, y fíjate que casi ninguna teoría ni ninguna evolución suelen sufrir nostalgias.

Pero, mientras la policía identificaba a Rocío Saiz por haber enseñado sus tetas en un concierto, José Luis Rodríguez Zapatero decía esto en La Sexta. "La igualdad es la contraseña de la democracia. El feminismo ha sido la más importante aportación a la democracia".

Y Rocío Saiz dice esto:

Troglodizándonos

Y esto:

Troglodizándonos

Los trogloditas nos cansamos mucho escribiendo, pues somos ágrafos, así que me vuelvo a mi caverna altamirana a dibujar en las paredes los pechos de Rocío Saiz. Ya me censurará el futuro.

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