Rosas y espinas

Fakejóo se arrodilla ante Puigdemont

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un ascensor del Congreso de los Diputados. EFE/Mariscal
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un ascensor del Congreso de los Diputados. EFE/Mariscal

La única cosa que odio de ser gallego es cuando me dicen que no sé nunca si subo o bajo una escalera. Es un tópico tan estúpido como incontestable, pues no me lo suelen plantear cuando estoy subiendo o bajando una escalera, sino cuando me tomo una copa en llano. Que es como se deben tomar las copas a partir de la tercera. Los tópicos denigran a los pueblos y tienen consecuencias. Todos hemos escuchado que los andaluces son cantarines y vagos, que los meseteros son gente ruda y sobria, que los aragoneses son más brutos que Buñuel, que los catalanes son peseteros, que a los extremeños no se les entiende (¡Viva Berlanga, cineasta y pueblo!), y que en Madrid todos los taxistas te ponen la Cope.

Este odio mío a los tópicos se me está pasando con ese austrolopifacha llamado Alberto Núñez Fakejóo, que un día nos dice que no que se puede pactar con el prófugo de Waterloo, y al día siguiente, como diría Luis Rubiales, se pone las rodilleras y le baja la bragueta a Puigdemont, para buscar los votos de Junts para la investidura. No se entiende como a esta derecha infinitamente corrupta, maniobrera y prostibularia la votan la mitad de los españoles. Será que Fakejóo es gallego, y no se sabe cuándo se los sube y cuándo se los baja. Los pantalones.

"No se puede pactar con un prófugo de la Justicia como Carles Puigdemont, igual que pactar con ERC, los bilduetarras y hasta 15 partidos diferentes sin ser la fuerza más votada". "Sánchez pretende cambiar la capital española de Madrid a Waterloo". "Es un prófugo de la justicia", clamaron Almeida, Cuca Gamarra y otros palafreneros de ese escaso jinete que es Fakejóo, a quien en vez de otorgarle un Falcon para sus desplazamientos habría que acondicionarle una rucia.

Ahora, a los promotores de aquel violento 1-O, donde la única violencia que se vio fue la española, González Pons los califica como "un partido cuya tradición y legalidad no están en duda". Es argumento para poco dotados intelectualmente, que quizá es el votante que busca el PP, con todos mis respetos. Porque el líder de ese partido cuya tradición y legalidad no están en duda, Carles Puigdemont, anda en busca y captura, por oficio de ese partido que hoy nos canta las alabanzas a Junts.

Qué triste es ser gallego y ver que este gallego, que ni sabe hablar nuestra lengua, llamado Alberto Núñez Fakejóo, refrende el tópico de los gallegos que no sabemos bajar ni subir las escaleras.

Él sí las sabe bajar y subir, como demuestra su patrimonio inconfesable. ¿De dónde ha sacado Fakejóo sus 600.000 euros en dos años? ¿Por qué ha tenido que ser la prensa la que haya desvelado sus sobresueldos en el PP, cuándo existe una ley de transparencia que obliga a los cargos públicos a declarar sus bienes?

Su Majestad el Rey Felipe VI, a quien tanto respeto y adoro, acaba de encargarle al amiguito del narco que forme gobierno. Felipe VI, aunque no sea gallego, sabe más que cualquiera que este narcolíder sube menos que baja. Salvo que, en plan Luis Rubiales, veamos en la portada del AS a Fakejóo dándole un beso en los morros a Puigdemont, escena que me parece improbable.

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