Mi televisión y otros animales

Ningún infiltrado es mejor que cuatro

Entiendan este título como adjetivo numeral cardinal, no como cadena privada de televisión. Aunque viendo las audiencias, la polisemia es admisible.

A estas alturas seréis pocos los que no sabréis si Iván Degranhermano (todo junto, porque es apellido) era o no un infiltrado del Follonero. Para los despistados:

 

 

Yo me quito el cráneo ante este equipo y ante La Sexta por ser capaces de cogerlas al vuelo con tanta agilidad y hacer broma sobre una broma que en realidad hace bromas sobre cómo se hacen bromas. Si no ha entendido esta última frase es que es usted una persona normal.

Una vez más, Salvados juega a colocar a los medios en su lugar. En este caso son ellos mismos el objetivo y todos los conspiranoicos seguidores del programa que veían en la infiltración de Iván la venganza perfecta. ¿"Venganza"? Sí, he leído esta palabra por ahí y yo también he alucinado. Es sólo televisión, por el amor de Vasile. Évole y su equipo se ríen de la sobrestimación de la que han sido objeto en los últimos días. Y lo hacen sin perder esa mala leche que pica pero no hace daño que caracteriza al espacio.

Además de tocar la genialidad a dos manos con esta megabroma que sólo podían hacer a medias con la realidad (que no siempre supera a la ficción), el programa de este domingo estuvo bastante bien. Han conseguido sacudirse el exceso de cebos y resúmenes por capítulo que todo el mundo les achacaba, con lo que son menos cansinos. Una suerte hacerlo bien el día que más gente te ve. Vale.

También fue una suerte (¿lo fue? ¿Algún conspiranoico quiere decir algo?) que justo este domingo se estrenara Terrat Pack, con los cuatro infiltrados que siguen a la gira de Buenafuente, Berto, Corbacho y el propio Follonero. Antes de que nadie alucine, aclaro que los infiltrados son ellos mismos. La inercia les dio muy buen dato de audiencia, que ya veremos si consiguen mantener.

A mí esta especie de making off teatrero me supo a poco. Tuvo momentos muy buenos de improvisación, pero sólo sirvieron para subrayar los altibajos del conjunto. Me faltó una estructura, una intención más allá del reportaje de extra de DVD.

Lo que mejor funcionó fue el momento en que los cuatro cómicos se relajaron en la comida con un monumental Gran Wyoming. Fue como si el resto del programa se hubieran visto con la obligación de ser graciosos y no disfrutaran del ingenio mutuo, que es lo que ocurrió durante ese almuerzo.

Conozco a un guionista que se queja de que en España no se pueden hacer este tipo de panel shows, de humoristas hablando sin control sobre temas diversos, más allá de tiros en falso como Ilustres ignorantes.

¿Cómo que no se puede? ¡Pero si lo habéis hecho! A ver si lo único que faltaba era el cocido...

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