Supongamos que sea judicialmente indemostrable que la trama de corrupción del caso Gürtel haya beneficiado de modo irregular a las finanzas del partido. Quizá los seis millones y pico de euros que, según consta en el informe policial, ha repartido la trama de Don Vito Correa se queden en una banda de golferas sin escrúpulos, exhibicionistas y ostentosos. Es posible que nunca lleguemos a conocer la gravedad y el alcance del presunto delito en el que están implicados tesoreros, senadores, eurodiputados, alcaldes, concejales, asistentes personales, presidentes y parlamentarios autonómicos del PP.

En cualquier caso, Rajoy no se libra de hacer una limpieza a fondo, porque no habrá cargo, ni nombramiento, ni lista electoral que sobreviva con cualquiera de estos nombres. Son tipos desacreditados, no sólo por trincar o sobornar con el dinero de los contribuyentes, sino también por su pésimo gusto y la deplorable falta de escrúpulos.

La transcripción de sus conversaciones telefónicas demuestra sus obsesiones al más puro estilo berlusconiano. Léase, por ejemplo, la escena que Correa describe en el chalé del alcalde de un pueblo de Alicante: "Todos estaban allí en pelotas, cada uno con una tía". O ese instante en el que Costa le pide al Bigotes caviar ruso para una entrañable cena navideña. O cuando el mismo Pérez dice que Costa iba como niño con zapatos nuevos con su reloj Frank Muller de 22.000 euros, que no debería exhibir en su muñeca porque "es un cante de cojones"... Y otros detalles similares que aparecen en los 17.000 folios del sumario. ¡Qué asco!