Trabajar cansa

Aznar y su cartera de clientes

         

Algunos lectores critican la atención que el ex presidente Aznar recibe en este periódico, en lo que consideran una obsesión propia de la izquierda española: la aznarofobia, como el antiamericanismo, el anticlericalismo y otros traumas . Hace unos días, por ejemplo, apareció en estas páginas una noticia sobre la subida del sueldo que cobra como consejero de las empresas del magnate Murdoch.

Debe de ser, en efecto, una obsesión, porque ningún otro periódico se hizo eco. Salvo Público, la prensa española raramente habla de los negocios del ex presidente. Se ve que no encuentran nada sospechoso en el creciente patrimonio de los Aznar. Pues aprendamos de ellos. En lugar de desconfiar, alegrémonos y sintámonos orgullosos de su éxito, igual que celebramos las victorias de nuestros deportistas aunque luego paguen impuestos en Andorra.

Aznar es un crack, un galáctico, y las grandes compañías se lo rifan. Como a su amigo Blair, que hoy asesora a JP Morgan en sus inversiones. O Schroeder, a sueldo de la Gazprom rusa. ¿Por qué debemos pensar que se benefician de su paso por la política? En el caso de Aznar, apuesto a que Murdoch ni siquiera sabía que había sido presidente de este pequeño país. Puso un anuncio, y Aznar mandó su currículum. Cuando lo fichó, News Corporation dijo valorar "su impresionante comprensión de la política mundial y de las realidades de la globalización." ¿Es que alguien duda de la competencia de nuestro ex presidente en ambos campos?

Es verdad que Aznar, como Blair y Schroeder, tiene algo que vale su peso en oro: su cartera de clientes, todos sus contactos y amistades. Cuando una empresa busca comerciales, valora que los candidatos tengan "cartera de clientes propia". Tras presidir un país, codearse con grandes y pequeños, y poner los pies sobre la mesa del gran jefe, seguramente su agenda guarda teléfonos que no tenemos ni usted ni yo. Pero no pensemos mal. Sin su paso por el gobierno, Aznar también tendría hoy ese sueldo, esos anticipos editoriales y esas conferencias de alto caché. Él lo vale.

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