Trabajar cansa

Al cielo con él, pero sin lesionarse

"Los costaleros son los que más sufren, son el motor de nuestros pasos y de su salud depende buena parte de la fiesta." -Miguel Villafaina, director del Centro de Atención al Costalero de Sevilla- 

                             

No tengo duda de que llevar un paso procesional a hombros debe de ser un esfuerzo físico considerable, que te deja baldao. Por eso se supone que los costaleros lo hacen por devoción, como una forma de penitencia, por alguna promesa, por religiosidad o por cualquier otra razón personal que hace que merezca la pena pasarse varias horas levantándolo y bajándolo, y moviéndolo a pasitos cortos. 

Pero no seamos antiguos. ¿Quién dice que para hacer penitencia hay que sufrir? Pues no, eso era antes, no sean masocas, que las nuevas generaciones se espantan y acabamos recurriendo a inmigrantes sin papeles, como en Melilla. 

En varias ciudades andaluzas funciona desde hace unos años el llamado Centro de Atención al Costalero. Allí, un equipo de fisioterapeutas atiende a los costaleros tras el esfuerzo, les dan masajes y les arreglan el cuerpo con los últimos tratamientos en medicina deportiva, para evitar lesiones, tales como crioterapia, electroterapia o ultrasonido. 

La iniciativa es muy buena, y no debería quedarse ahí. No sé qué hacen los podólogos que no están ya curando ampollas a los nazarenos descalzos, o el colegio de psicólogos ofreciendo asistencia a los penitentes para que no queden traumatizados. Aceptemos que esto ya más que un asunto de devoción es una fiesta, o incluso un deporte.

Más Noticias