Trabajar cansa

La conferencia de Afganistán, otro éxito

"Vamos a estar con el pueblo afgano durante mucho tiempo, incluso después de que termine nuestra misión militar." -Anders Rasmussen, Secretario General de la OTAN-

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La conferencia sobre Afganistán celebrada en Kabul ha sido un rotundo éxito: todos los participantes han regresado ilesos a sus casas. Y eso, dada la situación del país, ya es un éxito. Para conseguirlo, Karzai decretó dos días de fiesta, no para que los ciudadanos recibiesen y celebrasen a los mandatarios mundiales, sino para que no hubiera nadie en la calle, única forma de mantener la seguridad.

La de ayer es la novena conferencia desde 2001. Desde entonces, el optimismo de las primeras reuniones ha ido dejando paso al escepticismo y la desesperanza de las últimas citas, mientras los temas a tratar han ido evolucionando, desde los proyectos de transición democrática iniciales a la insistencia en los aspectos militares y de seguridad de hoy. Sólo ha habido un elemento común a todas las reuniones: el momento de aflojar el bolsillo –ya van por 40.000 millones de dólares-, y el compromiso de aportar más tropas. Pero el cansancio hace mella, y los países cada vez sueltan menos dinero y menos soldados.

Reviso la hemeroteca y regreso a la primera conferencia, en Bonn, a finales de noviembre de 2001. Todavía se combatía contra los talibanes, pero la confianza en la victoria era tal, que en la reunión se discutió si había seguridad bastante o sería necesario enviar tropas internacionales (que entonces aún eran "fuerzas de paz") para asegurar la reconstrucción y la distribución de ayuda humanitaria. El entonces subsecretario de Defensa norteamericano, Paul Wolfowitz, decía en una entrevista que los afganos veían a sus invasores como "libertadores", y no esperaba ninguna reacción patriótica que reforzara a los talibanes, a los que veía derrotados. "Nuestra misión no es apoderarnos de Afganistán", concluía la pieza cómica.

Pues nada, ahí seguimos, de conferencia en conferencia y de victoria en victoria hasta la derrota final. Ahora la medida estrella para luchar contra la enorme corrupción es que el gobierno –corrupto- de Karzai controle el 50% de la ayuda internacional –en vez del 20% actual-. Lo que demuestra que todo es empeorable, incluso en Afganistán.

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