Traducción inversa

Abraham como solución

Hace unas semanas Der Spiegel publicaba un extraordinario y extenso reportaje a propósito de la figura de Abraham. Lo traducía El Temps, el semanario que, editado en Valencia, abarca todo el ámbito lingüístico catalán. Abraham es un tipo legendario porque resulta ser el "padre" de las tres religiones monoteístas. Judíos, cristianos y musulmanes le rezan por igual y se disputan su memoria y su supuesta tumba en Hebrón, donde Herodes el Grande levantó un imponente santuario para honrar su nombre.  Todo se remonta a él: para los judíos, Dios le prometió "el territorio de Canaán" (donde ahora se ubica Israel); para los cristianos, Jesucristo desciende directamente de Abraham; para los musulmanes, en fin, también Mahoma es su descendiente, y por eso se le menciona 245 veces en el Corán.

  Esta sorprendente coincidencia ha dado pie modernamente –y más allá de las especulaciones sobre su existencia histórica real- a una especie de "ecumenismo abrahámico" al que se abrazan por igual teólogos cristianos como Thomas Hieke o Hans Küng, el gran rabino de Israel Yona Metzger, el príncipe suní de Jordania Hassan ibn Talal e incluso el ex presidente iraní Mohamed Jatamí.

  Lo que vienen a proponer todas estas personalidades con distintos matices es que ya que todas las religiones mediterráneas tienen un mismo origen mítico se debería aprovechar esta circunstancia para evitar un choque de civilizaciones y propiciar un triálogo de bases pacíficas. La cosa parece difícil, porque hasta Al Qaeda se encomendó a Abraham para atacar las Torres Gemelas. ¿Serán capaces de entenderse y propiciarnos un poco de sosiego?

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