Traducción inversa

Vamos a comparar mitologías

  En 1979, cuando tenía 26 años, José María Aznar escribió siete artículos sucesivos en el diario La Nueva Rioja que ponen literalmente los pelos de punta. Defendía, negro sobre blanco, la "abstención beligerante" en el reciente referéndum de aprobación de la Constitución. Y después decía frases como la siguiente: "Vientos de revancha son los que parecen traer algunos de los ayuntamientos recientemente constituidos. El de Guernica aprueba por unanimidad retirar la medalla de la villa, así como todos los honores concedidos al anterior Jefe del Estado -que aunque moleste a muchos gobernó durante 40 años y se llamaba Francisco Franco (...). En Coslada (Madrid) las calles dedicadas a Franco y José Antonio lo estarán a partir de ahora a la Constitución. En Valencia la Plaza del Caudillo pasará a llamarse del País Valenciano".

  Hasta aquí la cita. Se podría pensar que el partido del que Aznar es presidente de honor ha evolucionado desde entonces y ya no hace apologías del fascismo. La publicación del libro España, sueño imposible, por parte de Carlos Fabra en Castellón, y otros mil detalles, revelan sin embargo que esto no es así. En el subconsciente del PP todavía anida la España "una, grande y libre".

  Cuatro años después de la primeriza aventura periodística de Aznar, en 1983, un joven leonés licenciado en derecho llamado José Luis Rodríguez Zapatero leyó una tesis de licenciatura titulada Un modelo de autonomía política: Castilla y León. Entonces tiene 23 años. A los 23 años, y no digamos a los 26, uno ya tiene su ideología bien formada, y bien asentada su manera de ver el mundo. En la tesina se pueden leer frases como esta: "La Constitución permite, sin sufrir modificación formal alguna, tanto un Estado unitario y centralizado como un Estado sustancialmente federal". Ni que decir tiene qué opción constitucional es la preferida por el joven universitario. Este hombre, veinte años después, se convertiría a su vez en presidente de España.

  ¿Cuál es la moraleja de estas dos secuencias biográficas? La moraleja consiste en que las mitologías subyacentes en el pensamiento de estos dos líderes son profundamente incompatibles. Y sólo uno de ellos cree íntimamente en la democracia y en la libertad.

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