Que suenen las alarmas en Génova, 13 o en el despacho volante del chiringuito mariano: empieza a oler a deserción entre las huestes mediáticas que se apuntaron voluntarias a la guerra del espionaje. Ignacio Camacho, libre de toda sospecha de antigaviotismo, barrunta en ABC que "es de temer que el Partido Popular haya vuelto a pisarse su propia manguera". Luego, en gesto similar al de quien saca la bandera blanca, remata: "Sea por indignación justificada o por precipitación y bisoñez injustificables, algunos dirigentes del PP se han metido solos en un lío del que únicamente pueden salir victoriosos o derrotados. No hay empate posible por más que la opinión pública sea olvidadiza y volátil. Ellos mismos han abierto una polémica que amenaza con obstruir su necesaria tarea de oposición y envolverla en una estéril discusión de legitimidad".
El Mundo, que lleva unas semanas combinando palo y zanahoria al presidente del Partido Popular, tiró directamente de garrote en uno de sus editoriales de ayer. Llevaba por título "Rajoy persiste en el error del espionaje" y comenzaba así: "La inconsistencia de los argumentos esgrimidos ayer por Mariano Rajoy resulta llamativa. No se pueden sostener las graves acusaciones de espionaje del Gobierno a dirigentes del PP recordando a estas alturas las prácticas del ex vicepresidente socialista Narcís Serra". Aprovechando el viaje, el editorialista sacaba brillo a su cabecera: "Pero es que, además, en aquella ocasión fue El Mundo el que publicó las pruebas irrefutables de las escuchas ilegales a personalidades tan importantes como el mismísimo Rey". Ajusten su calendario: han pasado quince años de aquello.
Los 420 euros, otra conspiración
Si falla lo de las escuchas, siempre quedará la cantada gubernamental con la ayuda de 420 euros a los parados que se hayan quedado sin prestaciones. ¿A que no sabían que, igualico que lo del 11-M, esto también forma parte de una conspiración urdida en las cañerías del poder? Lean a Federiquín -Alfonso Merlos, según el DNI- en su blog de COPE: "Esto es algo premeditado y esto forma parte del uso de la mentira, masivamente, como herramienta para la acción de gobierno y electoral. Uno sólo perpetra esta fechoría desde las alturas si tiene el convencimiento de que le va a salir gratis".
Antes del punto final, una frase de Iñaki Ezkerra en La Razón: "En Madrid hay fantasmones a los que nunca ha amenazado nadie que lucen escolta y automóvil oficial como un signo de distinción social para que los porteros se les cuadren". Evidentemente, sabe de primerísima mano de lo que habla.
Comentarios
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