La trama mediática

Disfraces de cuaresma

Recién quemada la sardina, a Alfonso Ussía le entra el capricho de disfrazarse. Él dice que de Isaac Rosa o de Nacho Escolar, pero se confunde con el atrezzo: "Quiero saber lo que se siente escribiendo a favor del Gobierno socialista. Para ello es imprescindible meterse en la piel de un columnista de Público o de El País. No será agradable pero tampoco eterno". El producto de su travestismo es otra columnilla de aliño que facturará a La Razón, si bien es cierto que al final se sincera: "Nada menos angustioso que escribir mentiras a conciencia. Y pocas cosas más rentables". Si lo sabrá él.

A Federico Jiménez Losantos le basta una bata blanca y una conciencia negra para caracterizarse en El Mundo de Doctor House. Como paciente, el que imaginan: "No sabemos si Rubalcaba tiene cáncer, ni por qué está en la UCI, ni de qué fiebre lo tratan, aunque los médicos no suelen enviar por eso a nadie a la UCI". Si ven ahí falta de tacto, no van a encontrar cómo calificar el diagnóstico del galeno turolense: "¡A ver si Rubalcaba, en vez de un tumor, tiene un manzano!"

¡Ay, Dios!

Sigue el desfile. Carlos Dávila viene de adivinanza. Primero deja caer en La Gaceta, todo misterioso, lo siguiente: "A veces da la impresión de que en el PP pasan más cosas (y no todas buenas) de las que se saben". Con el suspense creado a su alrededor, remata sin dejar de apuntar a los de la gaviota: "Sé que lo que estoy escribiendo queda un poco enigmático, así que ofrezco una pista: los más latosos, los que enredan más que la madre de una vedette, son los más piadosos, estos a los que siempre les perdona Dios porque ellos no se van a condenar nunca. Incluso con lo que hagan".

Esa mención de Dios en vano le puede llevar de cabeza al infierno. Allí se encontrará con Zapatero, que por hacerle una bromita a Rajoy ha sido condenado al fuego eterno por el editorialista de Cope:: "Zapatero ha cruzado hoy una línea roja sin precedentes en la historia de la democracia". Lo mejor de todo es que, según el inquisidor de la cadena episcopal, el leonés es un desastre incluso como pecador: "España pertenece a una tradición que ha aprendido a descalzarse ante la zarza ardiente. Hasta el que reniega y blasfema contra Dios lo hace con una seriedad y un dramatismo que no tiene nuestro Presidente. Ni en la negación de Dios tiene Zapatero esa altura propia de los anarquistas radicales".

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