La trama mediática

¡Traición!

¿Se pueden exprimir aun más los apuntes de la asignatura Negociación del tal Thierry? Y lo que te rondaré, morena. Si es necesario, se engordan con anexos apócrifos, como hace La Razón en primera, al titular a todo gas "Eguiguren gestó la negociación de ETA con el PSOE aún en la oposición". Eso se ha publicado como treinta veces. Mañana abrirán edición con la batalla de las Termópilas. A la altura de tal exclusiva, el columnero Cefas se pone estupendo y gallea, como si le importase a alguien: "Siento la mayor repugnancia por los terroristas, lo he dicho y escrito hasta la saciedad. No soy sospechoso y además lo he hecho en el País Vasco. Se lo he dicho, incluso, al propio Otegi". ¡Qué tío!

Sin bajarse de la circunspección de cartón-piedra que ya advertimos ayer, ABC acusa en su editorial: "El Ejecutivo socialista frenó la acción de los Tribunales contra ETA y puso a la Fiscalía al servicio de la negociación política con los terroristas. Lo hizo antes y después del atentado terrorista de la Terminal 4 de Barajas". Para distender, Ignacio Camacho se permite algo que quiere ser un chiste: "Cuando te sientas con un puñado de asesinos en una mesa formal, rodeado de intermediarios internacionales e intérpretes -de euskera, cabe colegir-, cualquiera pensaría que los tomas en serio". De euskera, ja, ja, qué risa.

Rubalcaba al aparato

A Carlos Dávila lo que le revienta de todo es que Pérez Rubalcaba siga hablando por teléfono como si nada. Tal cual lo escribe en La Gaceta: "Y de eso también se ocupa entre fiebre y fiebre, porque nuevamente, al parecer, ha estado enfermo, lo cual no le impide hablar libremente por teléfono; nosotros, ni estando sanos lo podemos hacer". Para compensar, tres de cada cuatro opinateros del papel intereconómico evacuan sus columnas sobre el asunto de marras. Lo mejor, los títulos: "Más cerca de los asesinos que de los asesinados", "Colaboración con terroristas" o "Traición a los muertos y a los vivos".

El último es de Francisco José Alcaraz, que hacía bis en Libertad Digital, y en un alarde de originalidad se versioneaba titulando "Traición sin consecuencias". Debe molar la palabra, porque también la manoseaba Isabel San Sebastián en El Mundo, donde afeaba a Zapatero "su traición a los principios elementales que han de inspirar la conducta de cualquier persona bien nacida y, con mayor motivo, de un dirigente político".

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