Puntadas sin hilo

¿Pero qué cachondeo de país es éste? (2)

Tal vez este artículo debería titularse ‘¿Pero qué funesto país es éste?’ Porque si vieron el programa del Gran Wyoming de anoche, aun ya sabido, pudieron comprobar e imágenes cómo un Presidente de Gobierno y dos de sus ministros más conspicuos incumplen flagrantemente sus promesas de que los bancos devolverían el dinero que se les prestaba, y que no han devuelto ni van a devolver y nos ha costado a los españoles 37.000 millones de euros de momento, y los cimientos del Estado no tiemblan, los representantes gubernamentales no se molestan en dar la cara y contestar, y aquí no ha pasado nada, y solo Cayo Lara ha osado presentar una solicitud en el registro del Congreso para que el presidente del Gobierno comparezca, que, como es ilógico, quedará en nada ante la mayoría absoluta de la que disponen, pero al menos Lara ha dado testimonio de su honradez política. Los bancos nos chulean y el Gobierno es su alcahuete.

El culebrón de la Infanta marcha viento en popa y no hay forma de meterle mano imputándola, por más esfuerzos que haga el juez. Un atropello nacional, un privilegio real, un reírse de los ciudadanos, una sospecha de trato preferente.

Pero nada de esto es comparable con la inminente Ley Fernández o Ley de Seguridad Ciudadana con la que, por si no estábamos seguros, nos amenazan para que la represión de las libertades sea completa y añadida al espionaje de nuestras actividades en internet: se acabaron las reuniones de movimientos sociales, tipo 15M y demás, se acabaron, se acabaron los escraches pacíficos para combatir desahucios, se acabó grabar a los antidisturbios y policía en general repartiendo porrazos y demás brutalidades para que no se les pueda identificar, insultar a un policía podrá sancionarse con hasta 30.000 euros, que un policía insulte a un ciudadano con nada, prohibido manifestarse delante del Congreso, del Senado o de cualquier parlamento autonómico, se acabó toda protesta por todo. Queda prohibido todo lo que no esté autorizado, podría ser el lema de esta funesta ley del funesto ministro Fernández del funesto Gobierno que nos gobierna. Los ciudadanos mejor en casa y con la pata quebrada, como antiguamente las mujeres y aún ahora merced al funesto arzobispo Martínez, de Granada, y su patrocinio de Cásate y sé sumisa. No se preocupen, el funesto Rouco se va. Pero ponen a otro.

Mezcla de cachondeo y lo funesto o aciago, en país en el que han conseguido que nadie se fíe de nadie y nadie confía en nada. Sus políticos ni siquiera se ponen de acuerdo en que la gente no pase frío en invierno, lo considerarán normal. Un país en el que, no obstante, genialmente una vez más, el humorista El Roto describe en su viñeta de hoy al dibujar la mano de un ricacho que con displicencia lanza una moneda al plato de un mendigo postrado en la calle y que al recibirla exclama ¡Por fin, la reactivación! Toda una síntesis de nuestra economía. Como esa otra maravillosa síntesis musical que presenta otro genio, Javier Krahe, en su nuevo disco Las diez de últimas. Humor y acidez, ¡qué coño crisis, como Krahe dice! En medio de lo siniestro y del cachondeo aún estamos vivos y lúcidos.

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