Una china en el zapato

Todos en chanclas

El verano predispone a relajarse y, sin los nudos de las corbatas de la realidad acogotándonos, podemos ser como niños que reclaman el cuento mágico antes de dormir. El pistoletazo de salida lo dio hace unos días Elena Valenciano afirmando en RNE que "pasan cosas milagrosas en la Unión Europea", como por ejemplo que "unos  países presten dinero a otros". Esto es puro verano: los negocios convertidos en algo milagroso y bueno. El relato de salvación y solidaridad se aviene estupendamente con unas copas al cálido anochecer.

     Para contribuir a esta mística liberadora tendremos además la visita del papa, y el paseo del Retiro se convertirá en un multiconfesionario. Gracias a la mediación divina, nada de conciertos silenciosos como el que se impuso al Orgullo Gay, los tunos cantarán a todo trapo y podremos chillar al paso de la carroza papal. En su cuenta de twitter Benedicto tiene miles de seguidores y él no sigue a nadie, como Dios. Estamos de vacaciones. Suspendido ya no el trabajo sino el raciocinio, abracemos el sentido religioso de la vida, que después de todo es el menos conflictivo.

     El neoliberalismo es la religión de nuestro tiempo, proponiendo un paraíso que no se alcanza nunca. No tiene alternativa del mismo modo que no hay otro dios y punto. El libre mercado es la única verdad y los especuladores son su profeta. "Todos somos los bancos", podremos decir, campantes, mientras engullimos una de chopitos. Todos en chanclas y felices, el infierno será pospuesto hasta septiembre.

 

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