Una china en el zapato

Igualando a la baja

     El ministro de educación propuso hace unos días abrir un debate sobre la cuestión del doblaje en España (que al parecer tiene su origen en una normativa promulgada por Franco en 1941, a imitación de la Ley de Defensa del Idioma de Mussolini). El argumento que se esgrimió enseguida en su contra fue que las salas se iban a quedar vacías, porque "el público" prefiere ver las películas dobladas. Es el mismo argumento que se utiliza para explicar la abundancia de programas basura en las televisiones: es lo que demanda "el espectador". Pero hay algo que no suele mencionarse nunca, y es que las demandas se crean.

     Tampoco se tiene en cuenta a otro tipo de espectador, ese que disfruta con Los Soprano o A dos metros bajo tierra, con entrevistas o documentales. Los fans de Perdidos especularon con teorías físicas o filosóficas que superaron con mucho el objetivo del producto, que sólo pretendía entretener. El nivel cultural no es el mismo en toda la población, ¿por qué se trata siempre de igualar a la baja? También fue Gabilondo quien puso el dedo en la llaga al apuntar, en este sentido, que en las aulas se había descuidado a los alumnos más aventajados.

    No se trata de crear una sociedad nerd donde todo el mundo vaya a ver una película bielorrusa en versión original con un ensayo de Platón bajo el brazo. Pero ¿dónde ponemos el listón?

     Ese no querer leer los subtítulos es, de entrada, como la pereza de buscar una palabra en el diccionario o la pesadez de enfrentarse a demasiadas letras en los periódicos. En este último caso bastan unas imágenes y unos titulares, y a veces ni eso, ya es suficiente con escucharlo en la peluquería. En  nuestro país tampoco hay tradición de leer ensayos, porque entender la realidad supone más esfuerzo que solo mirarla. El libro de Miguel Roig "Belén Esteban y la fábrica de porcelana" es un brillante intento de comprender e interpretar el mundo en el que nos movemos. Sin embargo siempre será más fácil echar un vistazo a Sálvame y concluir que es un asco. Se hable en español o en chino, no nos gustan los subtítulos, no queremos hacer el esfuerzo de leer una palabra detrás de otra, aunque esto signifique perdernos algo, y bajar una vez más el listón. Nos movemos bajo mínimos.

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