Una china en el zapato

Continuará...

     Decir que últimamente vivimos en una especie de mundo al revés puede ser cierto, pero no es original. Hace años ya teníamos a Paco Ibáñez cantando "Érase una vez un lobito bueno" y a Rosa León "El reino del revés" (por no remontarnos al clásico "por el mar corren las liebres/ por el campo las sardinas"). Las cosas fuera de lugar, la situación absurda, el hecho insólito es algo que ha existido siempre, de acuerdo, pero ¿no es cierto que últimamente esto sucede más que nunca? Un juez juzgado por un delincuente, un modelo de empresario en bancarrota, ese lenguaje de izquierdas que utiliza el PP para oponerse a los recios ajustes sociales del PSOE...

     Otro apunte desconcertante: ahora las entidades financieras en lugar de hablar de dinero te hablan de amor. Desde el anuncio de un banco alguien me asegura, de tú a tú, que no deja de pensar en mí incluso cuando está en la ópera, o en una barbacoa, o en un atasco. Ya en la última línea, entregado por completo a ese discurso pasional, el banco afirma: "No descansaremos hasta que lo sepas". (Menos mal que han cambiado a primera persona del plural para contrarrestar el tono psicópata-obsesivo de la frase.) Pero sigamos con lo real maravilloso.

      El reconocimiento de Homer Simpson por parte del Vaticano como ejemplo de buen católico sólo puede equipararse al nombramiento de José María Aznar como asesor sobre cambio climático por parte de una empresa que pretende ser una voz pragmática en el debate global. Yo tenía entendido que Simpson era un descreído y Aznar un negacionista, por lo que no me explico qué pinta cada uno en ese contexto y anoto ambos casos como hechos insólitos de los últimos días.

     Insólito también es que veinticinco colegios de élite de Madrid se hayan unido para pedir que la Comunidad deje de favorecer la educación concertada y destine sus fondos a la enseñanza pública. (Gente de la élite, nos vemos en las manis).

     Decía Patricia Highsmith que para potenciar la intriga de una historia bastaba situar a un personaje en el lugar donde menos se esperara encontrarle. De manera que no sé si ahora vivimos en un mundo más al revés que nunca, lo que está claro es que tenemos el suspense asegurado.

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