Hay veces que quedo atrapada por la fascinación de un documental científico y caigo en una especie de trance trascendental que me empuja inevitablemente a hacer metáforas. Los agujeros de gusano, por ejemplo, dicen que podrían conectar no ya dos espacios separados en el universo por enormes distancias de millones de años luz sino dos tiempos diferentes. Pienso que en TVE parece que han explorado esa posibilidad con éxito. No contentos con Cuéntame cómo pasó, ahora emiten a continuación Los anuncios de tu vida: un repaso a la publicidad de esa época. No tengo muy claro qué pretenden, ¿quizás recuperar el espíritu de consenso conservador de la transición?

    Pero el término astronómico más inquietante sigue siendo para mí el de Horizonte de sucesos. Se llama de ese modo al borde de un agujero negro, a ese punto en el que ya es imposible la vuelta atrás y la materia será necesariamente absorbida. Los recortes sociales que estamos sufriendo en nombre de la crisis bordean peligrosamente ese límite, porque de seguir así es posible que llegue un punto en que ya no haya vuelta de hoja. La privatización de lo público puede acercarnos peligrosamente a un "horizonte de sucesos", con la consiguiente desintegración de conceptos como "igualdad social" o "Estado del bienestar". Hacia allí nos encaminamos atraídos por una fuerza extrañísima, que recuerda a menudo al espíritu de una renuncia consensuada. Y si llega ese momento en que sea imposible salir del campo gravitatorio del agujero negro, ¿qué haremos? Tal vez se trate entonces de conformarse con un resignado sálvese quien pueda para salir del hoyo.