Del consejo editorial

Desplome fiscal y Estado del bienestar

JORGE CALERO

Desde el punto de vista del sector público, el elemento más importante de esta crisis ha sido el desplome de los ingresos fiscales y de su participación sobre el PIB. Esta, que fue en 2007 del 37,3%, pasó en 2008 al 33,26% y en 2009 al 30,7%. En el mismo periodo, la presión fiscal media se mantenía en el 37% en la zona euro y en torno al 35% en el conjunto de países de la OCDE. La reducción de la presión fiscal en una fase de crisis es un fenómeno deseable, en tanto que sienta las bases para una recuperación de la actividad. De hecho, el sistema fiscal incorpora elementos que potencian esta tendencia (estabilizadores automáticos), entre los que destaca la progresividad del IRPF: los tipos impositivos bajan más que proporcionalmente al descender las rentas. En el caso español, la caída de la presión fiscal (récord en la OCDE) obedece no sólo a la acción de los estabilizadores automáticos, sino también a la caída de la actividad inmobiliaria.

Una baja presión fiscal, que supone una buena noticia en tiempos de crisis, se convierte en un pésimo dato si el déficit que genera resulta tan difícil de financiar como lo está siendo en la actualidad para España. En manos de los mercados financieros, nos vemos forzados a escuchar –y probablemente a actuar en función de– afirmaciones como las contenidas en el reciente informe de Moody’s, donde se dice que en España "no hay iniciativas encaminadas a reducir las presiones estructurales de gasto en las áreas de sanidad y educación". Con los ingresos fiscales desplomados y la colocación de nuestra deuda dependiendo de la locura de los mercados (aunque su locura tiene un método: el desmantelamiento del Estado del bienestar), nuestra capacidad de respuesta es crecientemente limitada.
En este contexto, la recuperación de la presión fiscal, partiendo de los bajos niveles actuales, constituye una condición necesaria para el mantenimiento de nuestro modelo de sociedad, para mantener intactos los logros acumulados durante años, por ejemplo, en materia de sanidad y educación. Logros que son muy notables: en sanidad, por ejemplo, nuestros resultados son mejores que en otros países europeos y los conseguimos con menos recursos. Una progresiva elevación de la presión fiscal limitará, probablemente, las posibilidades de crecimiento. Pero esto ya ha sido aceptado al recortar el gasto público y parece, ante las alternativas, un mal menor.

Jorge Calero es catedrático de Economía Aplicada

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