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Frente a la desigualdad, ¿qué se puede hacer?

José María Mella
Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de econoNuestra

Acaba de publicarse un libro en inglés titulado Inequalality. What can be done? (Harvard University Press), cuyo autor A.B. Atkinson es un economista mundialmente reconocido por sus investigaciones en materia de desigualdad económica. El lector interesado puede acceder a la presentación del mismo en Youtube  pinchando aquí.

Atkinson compara las décadas posteriores a la II Guerra Mundial con el crecimiento de la desigualdad económica desde 1980 hasta la actualidad. Considera que el empeoramiento de los índices de desigualdad se ha debido a diferentes factores.
Por un lado, señala al aumento de las diferencias salariales, al elevado y persistente desempleo, a la menor proporción de los salarios en la renta y a la concentración de las rentas del capital en los estratos de mayor riqueza de la población. Y, por otro, atribuye la desigualdad a la insuficiencia de las transferencias sociales y a la disminución de los tipos impositivos a los individuos de mayores ingresos.

Atkinson recomienda ambiciosas políticas en los ámbitos de la tecnología, el poder de mercado, el empleo, la participación en las ganancias del capital, la imposición y la seguridad social. Plantea que la lucha contra la desigualdad debe tener en cuenta el progreso técnico, porque afecta a la mayor o menor empleabilidad de los trabajadores y a sus remuneraciones. Insiste en que la desigualdad resulta también del diferente poder de mercado tanto de los trabajadores como de los consumidores ante las empresas, las entidades financieras y los fondos de inversión. 

Los cambios legales recientes -como las reformas laborales- crean un desequilibrio de poder en contra de los trabajadores, a favor de los empresarios, a los que concede una mayor capacidad negociadora.

El autor sostiene que el empleo no es suficiente para hacer frente al problema de la desigualdad ni para escapar del riesgo de pobreza. De hecho, más de la mitad de las personas que encuentran un puesto de trabajo permanecen en la pobreza. Porque la mayor parte de los empleos actuales son temporales, a tiempo parcial (no por voluntad del trabajador) y mal remunerados. Propone un programa de empleo público a tiempo completo en servicios sociales insuficientemente cubiertos por el sector privado y con salarios acordados por encima del salario mínimo.

La lucha contra la desigualdad económica implica políticas para compartir las ganancias del capital. El Estado debiera constituir un fondo soberano de riqueza (con inversiones en empresas y propiedades) no sólo para las generaciones presentes sino también futuras y ofrecer una garantía de una tasa de interés real positiva sobre los ahorros. Se debería evitar la apropiación excesiva de los rendimientos del capital por parte de las instituciones financieras, los fondos de inversión y los fondos de pensiones.

En materia de fiscalidad, Atkinson propone impuestos progresivos sobre la renta hasta un tipo marginal del 65% acompañados por una ampliación de la base fiscal, un impuesto de sucesiones socialmente más equitativo, un descuento fiscal para las rentas del trabajo inferiores a un determinado nivel, un impuesto progresivo sobre los bienes inmuebles previa actualización de los valores catastrales, e incrementos impositivos para las empresas y compañías multinacionales.

Añade que la reducción de la desigualdad requiere una política de seguridad social que luche contra la pobreza infantil y garantice una renta básica para los ciudadanos necesitados; así como una política de acceso a la vivienda y de promoción de viviendas sociales.

En suma, un conjunto coherente de medidas equitativas y de cohesión social, que están esperando por la voluntad política para llevarse a cabo.

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