El desconcierto

La palabra de Sánchez, el viento de Merkel

El fuerte viento de otoño, que acaba de iniciarse este fin de semana, amenaza con llevarse por delante el acuerdo del PSOE con Podemos sobre los Presupuestos, según se desprende de la seria advertencia política dirigida por los morados a los socialistas. ¿Conseguirá llevarse el viento de Merkel la palabra de Sánchez?  No tardaremos en saberlo, puesto que el próximo lunes 15 el presidente del Gobierno tendrá que retratarse ante los comisarios prusianos de Bruselas. Pablo Iglesias no lo creía cuando daba casi por hecho el compromiso con Pedro Sánchez el pasado viernes 6, pero ayer lunes 8 lo desmentía públicamente. Los pasos hacia adelante, antes del fin de semana son, según Podemos, pasos atrás después del fin de semana.

Era evidente que Sánchez iba a toparse con el nuevo Muro de Berlín, levantado por la Europa del Norte, al igual que le ocurre a toda la Europa del Sur a la hora de elaborar su propia política presupuestaria. No iba a ser fácil, no lo está siendo y no lo será, si es que Sánchez logra levantar algún ladrillo de este muro del dinero. Hace unos días, lo pudimos ver con el acuerdo de vincular las pensiones con el IPC, toreado pocas horas después por la ex-funcionaria de Bruselas actual ministra de Economía; hoy lo vemos con las correcciones de la Moncloa a la política de vivienda (alquileres), subida de salario mínimo y ley de dependencia apalabradas con Podemos. Por no hablar del impuesto a la Banca, IRPF, etc.

Un viejo routier de la política,  pese a su edad, como Sánchez, trata de que Podemos acepte hoy las rebajas de la Merkel a cambio de un mañana, una vez celebradas las próximas elecciones generales, en que, asegura, recuperaría el compromiso que hoy recorta. Dicho de otro modo, apoyo de Podemos, gratis total, sin contraprestación de ningún tipo. Ni carteras ministeriales, ni presupuestos para una política social; nada de nada, como si aún viviéramos bajo el bipartidismo. Ya se cuidó muy mucho el presidente del Gobierno, durante la moción de censura contra la corrupción de la derecha, de no contraer pacto alguno y, por lo tanto, pretende extender ese aval de izquierda de Podemos todo lo que pueda.

Oportunamente, por si Podemos no traga, Sánchez saca ahora a pasear mediáticamente a Vox. De repente, Santiago Abascal es reconvertido en una figura nacional sin que tenga representación parlamentaria. Sobran muchas razones que explican la emancipación política de la derecha más extrema, antes refugiada en PP y Cs, por cierto muy  ligadas a la política socioeconómica de Casado, Rivera y Sánchez, si es que mañana cae en la mala tentación de prorrogar los Presupuestos de Rajoy. Si  Vox no ha logrado hasta ahora manipular la ira social latente en España se debe, precisamente, a la existencia de Podemos, un potente partido de izquierda que, al menos de momento, la encauza,

La factoría Iván Redondo parece tentada de importar a la sociedad española el modelo Mitterrand, aplicado en su día por los socialistas franceses  con la extrema derecha gala: potenciarla para dividir una alternativa de derecha. O, tal vez, sea la televisión catalana, donde Vox ya es utilizado para ajustar un clisé sobre España, el espejo en que se haya mirado el joven demiurgo de la Moncloa. Sea así o no, la carambola es triple: fraccionar al PP y Ciudadanos, recrear un escenario ficticio en que dos extremos (Vox y Podemos) amenazarían al centro derecha e izquierda, y sentar las premisas políticas para un futuro gobierno de coalición entre el PSOE, PP o Cs, un tripartito de salvación nacional de los nacionales.

Si Sánchez no rectifica, retomando las palabras que concediera a Iglesias, se pega un tiro en su pie parlamentario al quebrar la mayoría sobre la que se sostiene en el Gobierno. O consigue que la izquierda siga apoyándole, sin ningún acuerdo presupuestario, o se busca la vida por la derecha con el Partido Popular, si acaba por enterrar al general Franco, o con Ciudadanos, si sabe sepultar tanto a José Antonio Primo de Rivera como consolidarse como el  partido del Ibex-35. Ese gobierno non nato de febrero de 2016, Rivera- Sánchez, apoyado por Iñigo Errejón, sigue siendo casi tres años después el oscuro objeto de deseo político de los poderosos. Lo es mucho más hoy que ayer, porque lo que necesitan los poderosos es separar cuanto antes a Pedro Sánchez de Pablo Iglesias. No por azar soplan tan fuertes los vientos de Merkel.

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