La preguntadora

A Contestar

El 30 de abril de 2008 los directores de diarios nacionales se pusieron de acuerdo en algo. ¡Milagro, milagro!, gritaban pa dentro las redacciones de este país, hasta que se enteraron de qué era lo que habían firmado. Entonces pensaron: ¡ilusos, ilusos!, y siguieron trabajando.  

En defensa de las buenas prácticas del periodismo, los jefes denunciaban la proliferación de las llamadas "declaraciones institucionales" en las que el periodista se convierte en un mero correveydile  porque no hay turno de preguntas y de repreguntar, ni hablamos. Además, afirmaban que estas dificultades para ejercer nuestra profesión "deterioran la calidad de la democracia" -que, si es así, casi un año después sigue igual de mala-.  

Firmar fue un bonito gesto pero sólo Ignacio Escolar, entonces director de este periódico, pasó a la acción al decidir que Público no cubriría ninguna otra representación mediática que le pudiera llegar exactamente igual por mail o por carta. Y es que en esos actos el discurso te lo entregan en papel antes de que empiece la farsa.  

Ahora
la Federación de Sindicatos de Periodistas pide que se boicoteen las comparecencias de políticos  en las que no se deje preguntar. Y yo me pregunto ¿no deberían los políticos hacer lo ídem ante el mismo tipo de comparecencias circenses  en nuestros Parlamentos? 

Francisco Camps, por ejemplo, no sólo no contesta a los plumillas, como denuncia de siempre
La Unio de Periodistes de su Comunidad. Es que, también, responde con versos (aunque no sepa de quién) en Las Cortes Valencianas. Si termina declarando ante un juez, me preguntaré ¿quién dijo que son malos tiempos para la lírica? Porque es muy probable que, como evolución lógica de su trayectoria, en esas circunstancias pase de recitar a cantar. ¿Lo hará? ¿Por soleares  o con alguien más? 

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