Expedición Malaspina

Vivir las cosas con intensidad

BELÉN GONZÁLEZ

Ayer atravesamos el Ecuador de la tercera etapa de la expedición. No uno geográfico (eso lo dejamos para otras fases), sino uno temporal, ya que se cumplían 16 de los 31 días de travesía desde que nos alejábamos lentamente del Cabo de Buena Esperanza. En estos 16 días hemos tenido lluvias, olas, días sin estación por mala mar, jornadas de arduo trabajo para recuperar ese tiempo perdido, un jamón devorado hasta los huesos (reconozco que jamás había visto una pata de cerdo curada repelada hasta poder flexionarse), filetes con patatas, nuevos experimentos de incubaciones de plancton, algún cumpleaños, una comida en cubierta, SAIs (sistema de alimentación ininterrumpida) chamuscados, noches de karaoke, ensayos de trompeta y, sobre todo, muchas horas de convivencia.

Los primeros momentos de incertidumbre se diluyen, como los contaminantes en el océano, cada día más, y dan paso a un ritmo de trabajo igualmente duro, pero poblado de sonrisas, saludos del tipo bon dia reina y manos amigas dispuestas a ayudar a cualquier hora del día o de la noche. Parece que llevásemos aquí trabajando juntos mucho tiempo, puesto que el aislamiento que se vive en el barco hace que las cosas se vivan con intensidad. Como dicen los marineros, "en el Hespérides lo bueno es mil veces más bueno y lo malo es mil veces más malo". Por eso un error de calibrado se convierte en el disgusto más grande de la semana y la perspectiva de una celebración de carnaval con disfraces home made (gracias al material fungible de laboratorio) o un torneo de futbolín (que os aseguro que en alta mar es todo un reto) es la ilusión que te hace levantarte sonriendo a las 6 de la mañana para ir a muestrear.

No sé si desde tierra es posible comprender lo que significa ver día tras día el mar infinito, no poder tener contacto con el exterior más que vía internet (y esto con grandes problemas debido a la cobertura satelital del Índico), no poder realizar más que una llamada cada nosecuantos días (y a buen precio, oiga) o leer la prensa con días de retraso (si es que consigues por un momento alguno de los ordenadores conectados al exterior). Nada es importante aparte de las maniobras del día siguiente y los trabajos de análisis consecuentes. Estamos inmersos en el proyecto Malaspina, sin importar lo que pase en el resto del mundo, y así la intensidad de lo vivido se retroalimenta. Para lo bueno y para lo malo.

Yo también tengo que retroalimentarme, y hoy hay sopa para cenar, así que me despido a bordo, en la mar, latitud 29º 49’ 24’’ sur, longitud 81º 12’ 28’’ este.

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