Fuego amigo

Malhaya a los chorizos del caso Malaya

Llevamos años hablando sobre la corrupción, al borde de un ataque de ansiedad mientras esperamos a que se encierre entre rejas a los miembros y cómplices de las mafias que engrasan la corrupción institucional.

A la espera del plato fuerte del caso Gürtel, ya viene, calentito, el primer plato (¿o sólo un aperitivo?), que no es otro que el caso Malaya: 95 imputados, entre ellos tres ex alcaldes de Marbella, abogados, concejales y empresarios que presuntamente asaltaron las arcas públicas mediante el bonito procedimiento de cometer cohecho, prevaricación, blanqueo de dinero, o malversación de fondos públicos. Tan sólo al presunto cabecilla, Juan Antonio Roca, ex asesor de Urbanismo del ayuntamiento marbellí, se le supone haber amasado fraudulentamente 50 millones de euros.

El sociólogo y escritor Jean Ziegler, mosca cojonera anticapitalista, decía en una entrevista que "la solución al hambre no es dar más, sino robar menos". Lo malo es que antes hay que contar con el hambre insaciable de los corruptos, y hasta que ellos no se hartan los demás no comen.

No recuerdo por qué se bautizó esta investigación como caso Malaya. Pero el diccionario de Espasa-Calpe acoge la interjección ¡malhaya!, con hache, con el significado de ¡maldito! Para la durmiente RAE no existe esta exclamación, porque quizá ningún académico recuerde que un tal Francisco de Quevedo escribió unas letrillas satíricas que sí parece conocer, en cambio, el genio de la policía encargado de bautizar las redadas famosas:

"¡Malhaya quien me haga daño!

Que el mercader dé en robar

con avaricia crecida;

que hurte con la medida

sin tenerla en el hurtar;

que pudiendo maullar,

prender al ladrón intente:

Malhaya quien lo consiente".

Malhaya, pues, cuantos aprovechan sus privilegios, y cuantos lo consienten, para sembrar el hambre del mundo con el robo y la corrupción.

Y ahora vas, y lo cascas.

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Meditación para hoy, víspera de la huelga general:

¡Menos meditar, y estad atentos a lo que tenéis que estar, coño!

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