Fuego amigo

Agosto es droga dura

 

Desde este momento me tomo un mes de vacaciones. Y lo hago a sabiendas de que son como las drogas duras, de las que disfrutas mientras te las estás chutando, pero que a la larga conllevan unos efectos secundarios devastadores y, lo que es peor, provocan un síndrome de abstinencia mortificante cuando te faltan. Eso que llaman síndrome post vacacional.

 

Para quienes están de vacaciones, el mes de agosto, cuya característica más notable es la de que sus días se suceden a la velocidad de la luz, es una droga engañosa por su poder hipnótico de falsear la realidad, el sujeto acaba siendo inconsciente de su barriga cervecera y de su mapa de celulitis desplegado al sol, y, atrapado bajo sus efectos nocivos, llega a creer que el que tiene Visa no es traidor. Incluso, en el colmo del delírium trémens, llega a pensar que aquello que le han servido en el chiringuito es una paella de Ferran Adrià.

 

Tal es su capacidad de obnubilación que el drogadicto comienza leyendo los periódicos por el final, y hasta encuentra divertidos los telediarios, exentos de sesiones de insultos en el Congreso, y repletos de noticias de la vida misma, como si la prima de riesgo fuese una parienta lejana que solo afecta a Zapatero.

 

Yo quisiera quitarme, como ya lo logré con el tabaco y las clases de inglés, pero mi adicción es superior a mis fuerzas. Y lo hago a sabiendas de que este septiembre no es un septiembre cualquiera, sino plena temporada de campaña electoral, quizá la más navajera de cuantas hayamos padecido hasta ahora.

 

Como bálsamo, como el que se prepara a diario para enfrentarse al momento de la muerte, pienso repetirme cada día de agosto que Aznar, Rajoy, Cospedal, Fabra o Pons conservan intacta su virulencia, aunque su aspecto engañoso, morenos y en mangas de camisa y bañador, nos haga parecer que se han vuelto inofensivos.

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Aclaración:

 

En realidad me tomo vacaciones de la columna del periódico de papel. Pero el blog sigue abierto para todo el que quiera meter sus manos pecadoras y mantener así la llama encendida con la que plantar fuego (fuego amigo) a la caverna. Iré refrescando la entradas según mi humor y según la actualidad se ponga demasiado impertinente y lo demande. Sin prisas. Sin agobios. Sin fecha fija.

 

Va por vosotros.

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