Fuego amigo

El parto de la ley de Educación

Parece que sí es posible negociar la LOE. Menos con el PP, pero eso ya no es noticia a estas alturas del curso. En el momento en que escribo estas líneas todavía están liadas sus señorías votando y haciendo avanzar las enmiendas a brazo partido. Por lo que sabemos a estas horas,
1) la asignatura de religión será de oferta obligatoria para el centro, pero de carácter voluntario para el alumno. Lo cual es un decir, un puro eufemismo para no reconocer que en realidad es de carácter voluntario "para los padres del alumno".
2) Salvo casos excepcionales, los alumnos no podrán pasar curso con más de dos asignaturas suspensas. Es un avance en la dirección de corregir uno de los mayores errores de la LOGSE, donde a los cafres les importaba un bledo la evaluación sobre sus conocimientos porque en cualquier caso pasaban curso "por imperativo legal", un eufemismo de "por cojones".
3) Se reconoce un núcleo de enseñanzas comunes, entre el 55 y 65% de las materias, en todo el territorio del Estado. Una componenda asimilable (supongo) tanto para los nacionalismos periféricos como para el español.

4) Y una de las mayores trampas, lo que el pueblo llano conoce como una bajada de pantalones del PSOE: la libre elección de centro por parte de los padres. Se consolida, si se mantiene en los mismos términos en que estaba redactada antes la norma, la discriminación entre niños rubitos e inmigrantes, niños cristianos y herejes, niños ricos y niños pobres, niños buenos y niños malos. La enseñanza pública seguirá funcionando como el gueto donde se refugian los "otros españoles". Y esto sí será un grave incumplimiento de las promesas electorales del PSOE.
5) Falta por concretar la letra pequeña, que para muchos, como yo, no es nada menor en absoluto. Como por ejemplo, en qué medida se va a restituir la autoridad perdida del profesorado, sin la cual no es posible enseñar ni es posible aprender. Esto último, no lo pongáis en duda, es una cuestión vital para la calidad de la educación de nuestras futuras generaciones. Y no he visto en las discusiones de estos días ni una mención en esa dirección.
Las causas de esa pérdida de la auctoritas está en la pérdida misma de la potestas. A un alumno, tal como están las cosas, no se le puede expulsar de clase como medida cautelar, a no ser que incurra en flagrante delito. Sólo se le puede expulsar durante un máximo de 29 días, y de ninguna manera de forma indefinida. Los padres pueden restar la poca autoridad que le queda al profesor afeando su actitud delante de su hijo. La lista de deberes del alumno no ocupa ni la tercera parte de la lista de sus derechos. Y como la enseñanza es "obligatoria" hasta los 16 años, cada clase tiene que aguantar a un número indeterminado de "alumnos prejubilados" cuya única ocupación es inventar tácticas de guerrilla a la espera del día liberador de su licencia. Y mientras, una legión de profesores viven en perenne estado de ansiedad, cuando no de profunda depresión y miedo, y los alumnos normales ven entorpecido su aprendizaje por el lastre de esos compañeros que no pueden largar por la borda.
Espero que alguien suscite el debate cuando se discuta en el pleno, cuando todavía se le pueda poner remedio.

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