Carta con respuesta

Elogio del capital

Por desgracia, hoy vemos que en nuestro país se cumple la parábola evangélica de los talentos, leída hace sólo unos domingos, y toma la actitud equivocada del miedo: "El siervo que tiene miedo de su patrón y teme el regreso, esconde la moneda bajo tierra no produciendo ningún fruto". Pienso que esto sucede, por ejemplo, a quien habiendo recibido el bautismo, la comunión y la confirmación, entierra después tales dones bajo un manto de prejuicios. La parábola de los talentos, en cambio, pone de relieve los buenos frutos producidos por los discípulos, felices del don recibido, que lo han hecho fructificar compartiéndolo. No sé si es el miedo o la comodidad lo que lleva a muchos cristianos a comportarse como el siervo holgazán, que se acomoda al ambiente aun a sabiendas de que ese no es el camino de la felicidad.

 

JESÚS DOMINGO MARTÍNEZ GIRONA

Más de una vez he hablado de esa parábola  (Mt. 25, 14-30), que es una de mis favoritas: describe perfectamente la economía capitalista.  "Pues a todo el que tiene se le dará y andará sobrado; pero al que no tiene, incluso lo que tiene se le quitará". Escalofriante: Jesucristo sin duda era visionario. Cada día los países pobres son más pobres (se les quita incluso lo poco que tienen) y cada día los ricos son más ricos (sólo el que tiene ganará más). En España, por ejemplo, la diferencia entre los salarios más altos y los demás aumenta cada año.

Hay un tío entregado al préstamo con intereses de usurero, y presta a sus esclavos (no da, no es ningún don) diferentes cantidades. El de los cinco talentos "se fue a negociar con ellos, y ganó otros cinco". El que sólo había recibido uno, lo escondió, para poder devolvérselo, atemorizado, porque "supe que eras un hombre duro, que cosechas donde no sembraste"; un tipo que sólo busca el beneficio sin trabajar, es decir, un explotador. ¡Y tan duro! El amo insaciable le dice: "Tenías que haber entregado mi dinero a los banqueros, y yo al llegar habría recobrado lo mío con los intereses. Así que quitadle el dinero y dádselo al que tiene los diez talentos". Lo mío, dice: ¡menudo don! Lo mío más la plusvalía, que también es toda suya, cómo no. Y al "esclavo inútil", es decir, el que no aumenta el beneficio a gusto de su amo, lo arroja "in tenebras exteriores".

Esta historieta inmoral, cruel y repulsiva, ¿de verdad la leen en las iglesias? Yo confiaba en que sólo se leyera en los consejos de administración de los bancos.

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