Rosas y espinas

'Selfies' con Mariano

5630fa632050bHemos asistido estos días al aluvión de reuniones de Mariano Rajoy con nuestros más heteróclitos líderes políticos. Por los resultados prácticos e intelectuales de tales encuentros, no se puede más que colegir que Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias, Alberto Garzón y el resto de candidatos acudieron a La Moncloa con la única intención de hacerse un selfie con el presidente. Que es, por otra parte, lo único que anhelaba Mariano. Porque Mariano ha transitado por Moncloa como se visita Disney World, con la única intención de pasar algunos días caros sin hacer nada inteligente o divertido. Ahora que se le echa el cierre a las atracciones, llega el momento de inmortalizarse con Micky Mouse Garzón, Bugs Bunny Iglesias, Gooffy Sánchez y Tío Gilito Rivera para llevarse a Pontevedra un recuerdo iphone de tan fascinantes vacaciones.

56338046789f1.r_1446217611670.221-9-2478-1171La única diferencia que yo atisbo entre estos selfies y los que se hace la peña en un botellón es que, en los botellones, la gente intenta sin poderlo parecer serena. Y los visitantes de Moncloa se empeñaron en parecer borrachos. No porque salieran de allí haciendo eses, pues es gente muy equilibrada, sino porque se limitaron a repetir con voz cansina sus mantras de siempre, como los dipsómanos que te aburren una y otra vez contando el mismo mal chiste.

La llamada de Mariano a nuestros conspicuos opositores me ha recordado a esas novias que te abandonan en el ostracismo con un vete a la mierda y, a los cuatro años de andar tú vagando entre tugurios y pañuelos, te telefonean con la fatal proposición: "Oye, Malvar. He tenido mucho tiempo para pensar en lo nuestro. Tenemos que hablar".

--Yo contigo no quedo ni para un selfie.

563395f1831ea.r_1446288728029.0-45-526-316Sin embargo, eso de que te llame a Moncloa el presidente de tu gobierno en plena campaña electoral para hacerse un selfie, es difícil de rechazar. Acudieron todos como los nietos que visitan la casa del abuelo moribundo y odiado por si heredan el pisito, para hacerse los simpáticos con testamentaria hipocresía. Y, de paso, ver la casa. La Moncloa. Comprobar si cuando fine el finado habrá que cambiar el calentador o la nevera, meditar acerca de dónde van a montar el dormitorio o calcular si cabrá un jacuzzi en el cuarto de baño.

Mariano Rajoy lleva toda la legislatura sin dialogar con la oposición, sin conceder entrevistas, sin acercarse a sus víctimas (perdón, al pueblo), y ahora le ha entrado una efervescencia verborreica y de ayuntamientos casi sicalípticos que es difícil de desentrañar. El otro día, en la entrevista de TVE, se lo revelaba con estadista contundencia a la periodista Ana Blanco:

--Yo siempre me hago selfies.

5605b84a32905Uno acaba maliciando que, a lo más que puede llegar el consenso político en España, es a eso: a hacerse selfies. Selfies de Goya apaleando al otro. O no. Oriol Junqueras y Artur Mas tienen que estar encantados. Ellos jamás colgarán sus desentendimientos, amoríos o borracheras en facebook o en tuenti. Por eso están dando este golpecillo de Estado institucional con la misma risa frívola de un Jocker envalentonado por la estulticia de las autoridades de Gotham. Aquí, en vez de recurrir a Batman, nos resignamos a una gaviota pagada en negro en la pajarería/tapadera/blanqueadora/Gürtel de Génova. En resumen: asumamos que la esperanza fue lo último que se perdió. Quizá España extravíe Catalunya, pero le quedará al país una preciosa colección del selfies para enseñarle a la Historia. Y en todos sonreirá Mariano. Y grisearán, muy falsamente serios, todos los demás.

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