Palabra de artivista

Sara, ni icono gay ni rebelde, ni Margarita Nelken

Ayer me llamaron de un periódico nacional para entrevistarme sobre el fallecimiento de Sara Montiel, porque se supone que para la comunidad gay es una gran pérdida. La que estaba perdida era yo. Pero perdidita. ¿Qué tiene que ver Sara Montiel con la comunidad gay?, pregunté desconcertado. Que los transformistas la interpretaban mucho, estaba en el top 3 según un amigo mio, me contestó ufano el encantador periodista. Los transformistas también han interpretado a Nefertiti o a Eva Braun intentando tener un hijo de Hitler si quedaba gracioso, por la sencilla razón de que son caricaturas andantes, pensé. Pero la buena intención del periodista me pudo y me callé. La entrevista sale hoy y en ese "enfrentamiento" afortunadamente soy "la mala" frente al laudatorio de Javier Rioyo que se inventa todo tipo de revoluciones en las que Sara al final resulta ser hasta trotskista... íntima de Franco y clasista hasta la médula, pero muy trotskista. Un absurdo.

Como el periodista era un encanto que parecía estar tan harto de tanta leyenda incongruente (¿Cómo se puede ser tan antifranquista y ser la embajadora de Franco? parecía preguntarse al igual que yo), le hablé de los estreotipos de diva e icono gay sobre el que se había construido el mito de Sara, en una versión cañí, cateta y bastante casposa de esas inconmensurables, perseguidas, rebeldes e iconos gays (esas si) Marlene Dietrich, Josephine Baker, Mae West o Judy Garland. Incluso le mencioné a Ocaña y mi entrada sobre su museo como paradoja de lo reaccionario vendido como moderno.

Con eso di por finiquitado mi asfixiante relación forzada con Sara Montiel que se remonta ---esto no se lo conté--- a cuando en "Corazón de..." una redactora me llegó a decir (como piropo) que yo estaba en el grupo de Sara Montiel para el gran público. A causa de ello dejé de maquillarme y ponerme el turbante. "Yo no me maquillo y visto para pasar por una 'gran dama' como muchos me llaman, sino para cuestionar los géneros, la política y la presunción de heterosexualidad. Sara se pone como una puerta para encajar en el patrón machista y estar mona" le contesté. Ahora el fantasma de la diva folclórica me volvía a perseguir. Me había propuesto ignorar el empeño en relacionarme a mí, en particular, y a la comunidad gay, en general, con  semejante oda a la heterosexualidad patriarcal hegemónica, pero el colmo llegó cuando en twitter me encontré este comentario de mi amigo Leo Bassi:

leobassi-saramontielshangay

Entonces estallé. "Amado Leo Bassi, siempre he detestado a Sara Montiel, sin talento, machista y franquista yendo del PSOE cuando le venía bien y del PP luego", le contesté indignado. Y luego supe que debería escribir este artículo.

Yo a Sara la conocí a través de un notorio gestor cultural, reprimidamente homosexual, adicto a los chaperos, y que lleva un llavero de Franco y un carnet de Fuerza Nueva en el bolsillo. El conocido gestor paseaba a Sara por todas partes exhibiéndola como un trofeo. Supongo que será icono de ese tipo de homosexual, pensé yo cuando el periodista me habló de lo que representaba Sara a los homosexuales. A mí nunca me ha interesado ese tipo de muñequita machista sin talento. Ni sabía cantar, ni actuar, ni bailar. Y, sobre todo, siendo feminista, como lo soy, me revienta que se le intente otorgar valores transgresores a ese tipo de oportunista mientras se invisibiliza a las verdaderas luchadoras feministas. Sara sustentó toda su carrera sobre su apariencia física y su habilidad para encajar en el modelo machista de mujer hasta la caricatura. Lo que muchos han llamado sensualidad no era más que ramplona provocación pacata de la España provinciana y lo que otros han llamado transgresión era ajuste a la mirada machista para reproducir el estereotipo de lo que el macho decidió que hacía la "mujer rebelde" (algo muy parecido a ese "lesbianismo" que los machistas construyen en el porno para confirmar su dominio sobre la hembra hasta hacerla cometer actos contra su voluntad).

Que figuras pretendidamente progresistas como Umbral, machista (y homófobo) de izquierdas la hayan celebrado como perfecto ejemplo de hembra dedicada a calentar a este macho corto de imaginación o muy corto de erotismo, sólo confirma su talla como figura patriarcal que el sistema modeló, recompensó y promocionó.

Me revienta cuando estas figuras machistas, patriarcales, conservadoras y perfectamente encajadas en el sistema, se venden como rebeldes, rompedoras y transgresoras que se enfrentaron a su tiempo. Sara jamás se enfrentó a nada ni nadie, se limitó, como muchas otras esclavas agradecidas o mujeres objetos consentidas, a cumplir su papel en el patriarcado y repetir fórmulas ya probadas (las mencionadas Marlene, Mae West o incluso María Felix) en la industria clasista, machista y homofoba del glamour.

Si ha habido una mujer florero por excelencia esa ha sido Sara Montiel. Lo único que Sara ha manejado con autoridad ha sido la reinvención de su biografía para autoretratarse como una intelectual rebelde de izquierdas cuando era una franquista conservadora de pro. Así su desesperada excursión a México a buscar una carrera que en España le eludía la quiso disfrazar de exilio rebelde porque se pegó a los verdaderos exiliados republicanos (la élite cultural de España, desesperados ellos por cualquier cosa que oliese a España) cuidándose de que nada de eso llegase a oídos de Franco. Se inventó mil mentiras sobre su afinidad de izquierdas e intelectual que no resisten la más mínima comprobación documental seria. En cuanto le vino bien olvidó su supuesta disidencia e incomodidad antifranquista y se convirtió en España en la gran diva de Franco. Eso parece haberlo olvidado todo el mundo ahora.

Hasta tal punto estaba orgullosa de su figura como diva franquista que Juan el Golosina, que las conoció íntimamente a todas ellas, la destacó en su blog como Sara Montiel, la estrella del cine español en tiempos de Franco. No habló nada de rebeldía, disidencia o antifranquismo, la recordaba como lo que era.

Margarita_Nelken_by_Julio_Romero_de_TorresMe mata de la risa que presenten a Sara Montiel, una verdadera mujer florero, como transgresora o rebelde. Si quieren saber lo que es una mujer rompedora, transgresora, rebelde, que investigen a Margarita Nelken. Esa si que fue una belleza española por antonomasia, pintada por JulioRomero de Torres como se ve en la foto, pero feminista, intelectual y de izquierdas hasta la médula. Nelken fue una prolija escritora feminista, una destacada política y una rebelde que desafió todos los estereotipos y prejuicios machistas de su tiempo. Hablaba fluidamente francés y alemán y se le debe la primera traducción de Kafka al español. Poseía una cultura excepcional entre las mujeres españolas de su época y era conocida de don Santiago Ramón y Cajal, don Benito Pérez Galdós y la generalidad de los círculos intelectuales de su época. Fue de una inteligencia precoz. Viene al caso mencionar que su primer artículo crítico, sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida, lo escribió a los 15 años para la prestigiosa revista de arte londinense The Studio. Era hermana mayor de la también escritora y destacada actriz Carmen Eva Nelken (Magda Donato), también exiliada en México al fin de la Guerra Civil española. En los primeros meses de 1931, ingresó en el PSOE y participó, como candidata de la Agrupación Socialista de Badajoz, en las elecciones parciales de octubre de1931. Resultó elegida entonces y también en noviembre de 1933 y febrero de 1936. De hecho, es la única mujer que consiguió las tres actas parlamentarias durante la Segunda República.

En noviembre de 1936, participó en la defensa de Madrid y se distinguió asimismo en la organización de la Unión de Mujeres Antifascistas. Se incorporó al PCE en noviembre de 1936, poco después de la formación del Gobierno de Largo Caballero. Pasó la última etapa de la guerra en Barcelona y fue la única mujer diputado presente en la última reunión de las Cortes republicanas en suelo español, en los subterráneos del castillo de Figueras, el 1 de febrero de 1939. Cruzada la frontera junto a su hija Magda de Paul Nelken durante la retirada de Cataluña, ambas trabajaron intensamente desde Perpiñán en la asistencia a los refugiados republicanos y los internados en los campos franceses en los primeros meses del exilio.

En Badajoz una calle ha llevado su nombre hasta mayo de 2009, fecha en la que el pleno del ayuntamiento gobernado por el Partido Popular aprobó el cambio por el de Antonio Ayuso Casco. Este cambio fue promovido por el equipo de gobierno de Miguel Celdrán Matute, con el argumento, según la concejal de cultura en ese momento, Consuelo Rodríguez Píriz, de que «Nelken era defensora de la pena de muerte y escribió diferentes artículos apoyando la pena capital».

Tres años más tarde, IU solicitó que se restituyese la calle a Margarita Nelken denunciando que su retirada fue "ilegal y antirreglamentaria". Pero el PP ha mantenido su censura. A las verdaderas transgresoras el sistema no les da reconocimiento alguno.

Al final estos son los efectos secundarios de esa penosa Transición que nos vendieron como ejemplar: travistió de demócratas a todos los franquistas y nos los dejó en sus privilegiados puestos ganados a base de colaborar con una dictadura asesina: un rey a dedo, una estrella del machismo, jueces, empresarios, medios de comunicación... iconos de modernidad, transgresión y cambio, vamos.

Que se lo pregunten a Garzón.

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