Trabajar cansa

Nuestra salud es su negocio

"Centralizar la atención telefónica del servicio de salud en un ‘call-center’ permite garantizar una cita en el plazo más urgente." -Juan José Güemes, consejero de Sanidad de Madrid- 

           

Cada vez leo más cartas, en los periódicos, de ciudadanos que son víctimas del mal funcionamiento de los servicios sanitarios. Pasa en toda España, pero especialmente en lugares como Madrid o Valencia, donde avanza la privatización. Enfermos que esperan meses para una cita, pero ni siquiera son citados para falsear las listas de espera. Hospitales flamantes que mantienen plantas enteras cerradas para no hacer gasto. Un paciente al que el laboratorio pierde una biopsia decisiva. Enfermos a los que se niega una prueba diagnóstica. 

Pequeñas historias que ilustran los efectos de la gestión privada, de la que tan entusiastas son algunos gobernantes. Ya lo he contado otras veces, pero aún hay quien se pasma al oírlo: la Comunidad de Madrid entregó la gestión de los nuevos hospitales a las mismas empresas constructoras que los habían edificado. No se froten los ojos: hospital y constructora en la misma frase, han leído bien. 

Les recomiendo un libro reciente: ¿Por nuestra salud?, sobre la privatización de los servicios sanitarios, editado por Traficantes de Sueños. El relato de lo sucedido en Madrid da miedo: cómo en pocos años Esperanza Aguirre va desmantelando los servicios públicos, privatizando primero la construcción de hospitales, luego la gestión de servicios no sanitarios, y finalmente la atención médica especializada en varios centros, o el servicio de citaciones, que acaban de adjudicar a un ‘call-center’ privado. 

La escena inolvidable del consejero de Sanidad presentando el plan de infraestructuras sanitarias a los empresarios en el hotel Ritz, bajo el lema "Aproveche las oportunidades de negocio", nos parecería inverosímil en una película, humor de brocha gorda. Pero ha sucedido, en nuestra cara y sin que hiciésemos nada. Se entiende que después de eso estén dispuestos a todo. 

El libro se pregunta: ¿es legítimo que empresas privadas obtengan beneficios con nuestra salud? Yo se la haría a Esperanza Aguirre en cada rueda de prensa. Aunque me temo que respondería con su desparpajo habitual.

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