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Zapatero y la paradoja de la crisis

Una paradoja es una afirmación en apariencia cierta que encierra una idea absurda u opuesta al sentido común. A lo largo de la historia, filósofos, científicos, economistas y escritores han asumido como un desafío intelectual la formulación de paradojas, algunas de las cuales siguen siendo objeto hoy de sesudos estudios y debates académicos. Una de las más célebres es la Paradoja de Epiménides, filósofo del siglo VI a C, que afirmó: "Todos los cretenses son unos mentirosos". Como él mismo era de Creta, el razonamiento de la frase lleva al absurdo.

El viernes pasado, durante una intervención en el instituto británico Policy Network, el presidente Zapatero dirigió un encendido alegato contra los especuladores internacionales y denunció la "paradoja" de que los mercados que han sido salvados con fondos públicos sean ahora examinadores de la solvencia de los países que los han auxiliado. En realidad, se trata de la gran paradoja que está dejando la crisis. Los tiburones financieros que provocaron el colapso vuelven a imponer su ley de depredación después de alimentarse con el dinero de los contribuyentes. Las instituciones que permitieron, por acción o por omisión, la catástrofe vuelven a impartir lecciones sobre la salud económica de los países. En suma, el capitalismo resurge con arrogancia sin haberse sometido a la tan cacareada refundación.

En este contexto de zozobra y confusión, la actuación de Zapatero no deja de constituir en sí misma una paradoja: por un lado arremete contra los mercados; por el otro, envía a la vicepresidenta económica y al secretario de Estado de Economía de gira por los grandes centros financieros internacionales para dar explicaciones y tranquilizar a esos mismos mercados respecto a la solvencia de las economía española. Ese periplo transmitió un imagen inevitable de debilidad, pero al final se reveló útil, ya que consiguió atenuar –aunque no erradicar– la virulenta campaña de desprestigio que se había puesto en marcha contra España.

La verdadera prueba para Zapatero está por venir. El presidente tendrá que conducir el debate en asuntos sensibles como el recorte del déficit, el mercado laboral, el sistema financiero o el futuro de las pensiones. El liberalismo presiona con fuerza por el recorte del Estado del bienestar. Exige menos gasto social, despidos más baratos. Zapatero se encuentra ante la disyuntiva de guardar coherencia con sus principios políticos o ceder ante el empuje los mercados, en cuyo caso se rendiría ante la paradoja que con tanta valentía ha denunciado.

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