Detrás de la función

Las pensiones: ¿nuevo rescate a la banca?

En los últimos diez años, "el 93% de los fondos de pensiones privados correspondientes al ‘sistema individual’ obtuvieron una rentabilidad inferior a la inflación y el 99,3%, unos rendimientos menores que los de los bonos del Estado a diez años". Estos datos se desprenden de un informe elaborado por Pablo Fernández y Javier del Campo, profesores de la escuela de negocios IESE; estos dos expertos, que no militan precisamente en Attac, recomiendan invertir en bonos del Estado o en valores de renta variable a largo plazo: cualquier alternativa parece buena con tal de no meter dinero en los planes privados de pensiones. Y eso que en su investigación no tienen en cuenta el efecto que la crisis ha provocado sobre estos instrumentos financieros...

No es casual, pues, que los promotores de estos productos estén que trinan. La patronal de los denominados Fondos de Inversión Colectiva (INVERCO) –pensiones, seguros, etc.-, insiste en pedir que las empresas fomenten dichos planes entre sus empleados, detrayendo parte de sus cotizaciones sociales para destinarlas a la provisión privada. A INVERCO se unen múltiples expertos universitarios, a los que parece poco que este producto financiero sea el único en España que cuenta con una holgada desgravación fiscal, un potente incentivo para su uso, pero que ni siquiera compensa su escasa rentabilidad final ni su riesgo.

Más presiones. En marzo de este año, el ex ministro de Trabajo Celestino Corbacho recomendó contar con un plan privado como complemento; todo un efecto llamada que se exacerba conforme nos acercamos a la fecha en la que el sistema público quedará oficialmente precarizado. La "reforma" será un impulso a "la profecía que se autocumple", como diría Robert Merton, ya que la inseguridad y el recelo hacia nuestro sistema de reparto se multiplicará y terminará por debilitarlo, potenciando a su vez la provisión privada y dejando finalmente la pública como poco menos que una ayuda para "nuevos pobres".

Lógicamente, no solo se trata de un problema de presiones económicas y de falta de voluntad política, ya que el principal argumento que se esgrime para la "reforma" es el demográfico: el envejecimiento de la población amenaza con que los futuros trabajadores no sean suficientes para asegurar nuestras pensiones en el futuro. Pero la demografía dista mucho de ser una ciencia cuyas implicaciones sean totalmente exactas.

En este sentido, y para matizar los argumentos apocalípticos, se recomienda, por ejemplo, la lectura del ensayo "¿Declive o revolución demográfica?" publicado este año por el Centro de Investigaciones Sociológicas. Sus autores, los demógrafos Francesco Billari y Gianpiero Dalla Zuanna, analizan el caso italiano, muy parecido al nuestro, y proponen el factor inmigración como un importante freno al envejecimiento: el crecimiento económico reduce la fecundidad, ya que los padres prefieren tener menos hijos y mejor formados; a cambio, los trabajos rechazados por estos van a parar a los inmigrantes, que Italia necesitará, hasta 2017, en una cuantía de aproximadamente 200.000 al año -que se lo digan a Josep Anglada o a Alicia Sánchez Camacho-. Si a esto sumamos los certeros argumentos del Profesor Vicenç Navarro sobre el probable crecimiento de la productividad en el futuro y la necesidad de una mayor incorporación femenina al trabajo para solucionar el problema, nos encontramos con que el debate está mucho más igualado de lo que podemos esperar tras una primera vista a los periódicos y telediarios.

Por supuesto que hay que hacer reformas, pero, dadas las condiciones actuales, se hace difícil creer que nuestros políticos estén buscando realmente solucionar un problema. El pasado mes de marzo, el presidente de las Cámaras de Comercio, Javier Gómez Navarro, estimó públicamente que las promotoras inmobiliarias debían a bancos y cajas un total de 325.000 millones de euros de difícil cobro, 100.000 de los cuales no se recuperarían en ningún caso. Estas instituciones financieras siguen necesitando dinero, y la de las pensiones es la mayor bolsa con la que cualquier Estado puede contar: son las verdaderas joyas de la corona. La cuestión es si, entre una cosa y otra, se está planeando un nuevo rescate financiero por la puerta de atrás. Si es así, no estaría mal que comenzaran a decirlo a las claras. Cuando termine la navidad, "los mercados" nos recibirán muy nerviosos y sensibles. A ver cómo nos portamos.

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