Al sur a la izquierda

La izquierda se pone estupenda

Vestirse con los inmaculados ropajes de la ética para obtener ventajas partidistas pero simulando que se persigue sólo el interés general es una actitud bastante habitual en política que quienes la practican tienden a justificar apelando a los más elevados principios. La izquierda andaluza sumó ayer sus votos para ponerlos al servicio de una bella causa: la incompatibilidad del cargo de alcalde y parlamentario autonómico. La propuesta inicial partió de Izquierda Unida y afectaba no sólo a alcaldes, sino también a senadores. La propuesta final dejó fuera, como contribución socialista, a los senadores.

El hecho es que el PSOE no tiene ningún alcalde en el Parlamento, aunque sí varios senadores, de manera que la aplicación de la nueva regla monástica de incompatibilidad le sale gratis. En IU la medida sólo afectaría al alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que a su vez encabeza la candidatura por Sevilla que ambiciona ocupar el coordinador regional Diego Valderas. El único perjudicado, pues, es el PP, que tiene 17 alcaldes que también son parlamentarios, lo cual es sin duda un injustificable exceso.
La pregunta es: ¿por qué un parlamentario es incompatible con un alcalde pero no con un senador? ¿Por qué? Está bien que la izquierda se ponga estupenda: de hecho las democracias avanzan por eso, porque los partidos se ponen estupendos. Ahora bien: ponerse estupendo está muy bien siempre que uno pague un precio por ello; si el precio sólo lo pagan otros, en este caso el PP, entonces eso ya no es ponerse estupendo. Es otra cosa. Es simular, como Tartufo, una devoción que no se tiene.

Más Noticias