Al sur a la izquierda

¿Por qué fracasan las comisiones de investigación?

Buen partido, pero mal resultado. Buen planteamiento y aceptable nudo, pero pésimo desenlace. La comisión parlamentaria de investigación de los ERE hizo bien su trabajo hasta que llegó el momento de sacar las conclusiones de ese trabajo. De hecho, no habrá conclusiones de su trabajo. Mañana hay pleno del Parlamento y en él se escenificará el fracaso. Cada uno de los tres grupos tiene una posición y un relato irreconciliables de lo ocurrido y será, por tanto, imposible la aprobación de un dictamen coherente.

Pero no todos han actuado igual. Las posiciones del PP y el PSOE son equiparables, mientras que solo Izquierda Unida parecía dispuesta a salvar el honor del Parlamento de Andalucía. La coalición se ha quedado sola en su exigencia de que las responsabilidades políticas alcanzaran a los ex consejeros de Trabajo José Antonio Viera y Antonio Fernández, y no circunscribirlas sólo al ex director general de Trabajo Javier Guerrero, como pretendía el PSOE, o extenderlas indiscriminadamente a presidentes y consejeros del Gobierno andaluz de los últimos diez o doce años, como exigía el PP.

En esta partida el verdadero ganador ha sido el Partido Popular, que lo quería todo a sabiendas de que en política nunca se puede obtener todo. Se ha comportado el PP como Guille, el hermano pequeño de Mafalda, en aquella viñeta en que su padre lo subía en brazos y le preguntaba con amorosa complicidad qué quería que le trajeran los Reyes Magos, a lo que el enano contestaba concisamente: "Todo", mientras su padre consternado intentaba hacerle comprender que eso no era posible, que había más niños en el mundo que también querían regalitos y que, claro, qué iba a ser de ellos entonces, etcétera.

Pero Guille no cedía. Se limitaba a mirar a su padre con conmiseración y a pedirle con estudiada dignidad de niño mimado herido en sus sentimientos que, por favor, lo bajara de inmediato de sus brazos. La diferencia con el PP es que la viñeta de Quino, al menos, tenía gracia. Y que Guille era solo un niño, claro.

Pero el Partido Socialista no ha hecho un papel mucho mejor. IU le arrancó la comisión a la fuerza, poniendo su creación como condición para entrar en el Gobierno, pero a la hora de las conclusiones los socialistas se han negado a aceptar lo que no pueden no saber que es verdad: que los dos titulares sucesivos del departamento de Trabajo donde sucedieron los gravísimos desmanes de los ERE son políticamente responsables de lo ocurrido.

A los socialistas suele irritarles mucho que los equiparen con la derecha, olvidando que demasiadas veces la equiparación es legítima porque demasiadas veces se comportan como ella.

De nuevo el sistema de partidos se ha cobrado una víctima más. Ese sistema de partidos es el invisible hilo de acero que une cosas tan dispares como el fracaso de la comisión de los ERE, el saqueo de las cajas de ahorro, la victoria de Rubalcaba en el congreso socialista, la ausencia de Ana Botella en la comisión del Madrid Arena, la pervivencia de las Diputaciones, la negativa de Artur Mas a dimitir... Lo que une todos estos tristes hechos es que en todos ellos sale victoriosa la lógica de hierro que rige el sistema de partidos: una lógica mineral según la cual el poder es más importante que la moral.

Una lógica según la cual una comisión de investigación no puede permitirse el lujo de llegar a la verdad porque la verdad daña no tanto al partido mismo como a quienes lo dirigen; una lógica según la cual los consejeros de las cajas pueden cobrar sueldos millonarios por no hacer nada porque ello beneficia no tanto al partido mismo como a quienes lo dirigen; una lógica que permite elegir o mantener como líder a un candidato que ha obtenido unos resultados desastrosos porque no hacerlo daña no tanto al partido mismo como a quienes dirigen; una lógica que aconseja no suprimir las Diputaciones porque suprimirlas daña no tanto al partido mismo como a quienes dirigen...

No es preciso seguir: que el improbable lector busque sus propios ejemplos y entresaque de ellos sus propias, sus amargas, sus melancólicas, fracasadas e indignadas conclusiones.

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