Al sur a la izquierda

Interesante cuestión ética

Andalucía se pone gamberra. El Gobierno de Griñán dice que quiere su parte de ese pico de 1.200 millones que el Ejecutivo central ha rebañado a los recaudadores acogidos al procedimiento llamado de amnistía fiscal, que viene a ser como una especie de fórmula alquimista y milagrosa capaz de borrar todos los delitos fiscales sin dejar rastro.

Del mismo modo que hay un cordero de Dios que quita todos los pecados del mundo, hay un ministro de Rajoy que quita todos los pecados fiscales. Bueno, todos no, solo los gordos, que son aquellos por los que verdad uno se condena. Es la forma que tienen ahora los Gobiernos de demostrar su poder y hacerse de paso disculpar sus propios pecadillos. Perdonad y seréis perdonados. Amnistiad y seréis amnistiados. Para que luego se diga que hoy en día la política no manda nada y que quien manda de verdad es el dinero.

Más por el placer de molestar que por la esperanza de cobrar, dice el Gobierno andaluz que de esos 1.200 millones una parte al menos debe de corresponder al tramo autonómico del IRPF, y dado que el reparto de la recaudación del IRPF es 50/50 para el Estado y las comunidades autónomas, lo suyo es que Hacienda afloje a las autonomías su parte alícuota del Milagro de los Mildoscién. Griñán hace suyo el viejo lema romano non olet según el cual el dinero no huele, y no le pone pegas morales al hecho de que se trate de dinero de oscura procedencia ni tampoco al hecho de que el Gobierno central lo haya obtenido por el poco ejemplar procedimiento de perdonar a los que venían engañando al Estado a cambio de que los exculpados purguen su falta con una módica penitencia del 10% del capitalito regularizado.

¿Servirá de algo la iniciativa del Gobierno andaluz? Claro que servirá. En primer lugar servirá para molestar a Montoro, lo cual no es poco teniendo en cuenta las muchas veces que nos ha mentido y lo mucho que se le nota cada vez que lo hace, pero servirá también y sobre todo para inquietar a los amnistiados, para entorpecerles el sueño, para que en las largas noches de invierno que se avecinan, entre sudores fríos y sábanas arrugadas, no paren de dar vueltas y más vueltas en la cama pensando que a ver si va a resultar ahora que, después del perdón del Gobierno, llegan unos muertos de hambre del sur a ponerles en aprietos y a pedirles que paguen no se sabe qué mariconada del tramo autonómico, ¡como si ellos, que gracias a Dios nunca pagaron impuestos, supieron qué diablos es eso del tramo autonómico!

La Junta de Andalucía, en todo caso, ha encargado un informe jurídico y se ha sentado a esperar, aunque si los propios consejeros del Gobierno de Griñán tuvieran que hacer apuestas sobre el desenlace del envite planteado por el presidente seguramente se jugarían la paga navideña que no cobrarán a que Andalucía no ganará esta partida. Porque, entre otras muchas cosas, lo primero que habría que saber es cuántos de los pecadores absueltos tienen su residencial fiscal en Andalucía. Y ahí nos aparece el primer escollo: como no hacían declaración de la renta podría decirse que en realidad no tenían residencia fiscal en ningún sitio, es decir, que fiscalmente no existían, y cómo reclamarle retrospectivamente una deuda no ya a un muerto, sino ¡a un nasciturus fiscal, a alguien que ni siquiera había nacido en el momento de generarse la deuda ahora reclamada! Sin saberlo, el Gobierno andaluz ha planteado una controversia cuya índole es más escolástica que propiamente fiscal. Ser o no ser. Pagar o no pagar. Cómo ser sin pagar o cómo pagar sin ser. Como diría el inolvidable mafioso Johnny Caspar de Muerte entre las flores, interesante cuestión ética.

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