A ojo

El humor de Bush

Para su primera presentación como conferencista de lujo, a 150.000 dólares la charla, el expresidente George W. Bush fue a Calgary, en Canadá, que es una ciudad próspera y seria, más bien conservadora. 2.000 personas pagaron 250 dólares por cabeza por escucharlo, cena incluida. 500 más se quedaron afuera, enfrentándose en la calle con otros tantos agentes de la Policía montada y disparando contra Bush con una catapulta simbólicos zapatos, en imitación del irrespetuoso patriota iraquí que le tiró los suyos a la cabeza hace tres meses en su despedida de Bagdad.
La conferencia de Bush no daba para tanto. Por lo que informan las agencias de prensa, se limitó a echar tres chistes. Va el primero:
Debo de ser el único norteamericano que tuvo la ocurrencia de comprar casa nueva en el otoño de 2008.
Es decir, cuando pinchaba la burbuja inmobiliaria que, en su desinfle, se llevó al paro la economía de Estados Unidos, y la del mundo, mientras Bush se disponía a abandonar la Casa Blanca de los presidentes en Washington para instalarse en Dallas, como los petroleros.
Parece ser que entre los asistentes a la cena de Calgary, que a su llegada habían ovacionado puestos en pie al ex presidente, hubo risas nerviosas. Va el segundo:

Voy a tener que venir a muchas cenas como esta para pagar la hipoteca de la casa nueva.
Hubo toses.
Entonces el ex presidente remató su intervención con su tercera humorada de la noche:
Si el presidente Barack Obama necesita mi ayuda, no tiene más que levantar el teléfono.
Esta vez no se rió nadie. Los asistentes a la cena se fueron a sus casas. Afuera, la Policía montada terminó de dispersar a los manifestantes y les incautó su irrespetuosa catapulta de lanzar zapatos. Y los corresponsales de las agencias de prensa enviaron sus despachos dándose cuenta de que lo que acababa de decir el ex presidente Bush no era ninguna broma, ni tenía ninguna gracia.

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