A ojo

La buena nueva

Anda por el mundo José María Aznar, antiguo presidente del Gobierno español, promoviendo lo que sus agentes de prensa anuncian como "nuevo Evangelio", también llamado "nueva agenda para la libertad". Una receta para rescatar la maltrecha economía del mundo. Un evangelio nuevo que es exactamente igual al viejo. Es el mismo que vienen predicando los doctrineros neoliberales desde antes de que los empezaran a llamar así, y cuando ellos se designaban a sí mismos liberales a secas, en contra del sentido natural de la palabra.

La buena nueva la viene explicando Aznar en una ronda de presentaciones personales y televisadas por toda América Latina, separando, para enumerar sus puntos principales, uno por uno los dedos de una mano con el índice de la otra y estirando a la vez el labio superior, curiosamente inmóvil y prensil a la vez. (Y, a propósito, ¿no tenía Aznar bigote? Pues resulta que ya no. Y, sin embargo, por alguna misteriosa razón, da la impresión al verlo en la pantalla de que lo sigue teniendo, como un bozo, como un borrón fantasmal, como esos miembros amputados que, dicen, siguen doliendo y sintiendo, como si estuvieran todavía vivos en la extremidad del cuerpo).

Pero al margen de las particularidades físicas del profeta, repito que lo que llama la atención de la "buena nueva"de Aznar es que es idéntica a la "mala vieja". Según él, lo que hay que hacer para sacar a la economía mundial de la Gran Depresión, en que la han hundido 30 años de neoliberalismo, es inyectarle nuevas dosis de neoliberalismo. Lo contrario, dice, de lo que la sacó hace 80 años de la Gran Depresión anterior. Lo que hay que hacer no es hacer algo, sino no hacer nada. En vez de intervenir, no intervenir.
De los Borbones franceses se dijo después de su segunda restauración: "Ni olvidan, ni aprenden". Pero ¿para qué iban a olvidar, si tan bien les había ido? Y ¿aprender para qué, si tan bien les estaba yendo otra vez?

Más Noticias