Beit Safafa es un barrio árabe de Jerusalén habitado por más de cinco mil personas, en su inmensa mayoría musulmanes. Esta situado al sur de la ciudad santa. La mayor parte del barrio estuvo bajo control de Jordania hasta 1967, aunque la zona norte Israel la anexionó a Jerusalén occidental después de 1948.

Beit Safafa es noticia estos días porque las excavadoras están construyendo una amplia autovía que va a dividir el barrio en dos partes, separando a las familias palestinas que allí residen. Las obras están muy avanzadas y las protestas de los habitantes no han conseguido nada. La autovía servirá a los colonos judíos del sur de Jerusalén a costa de la población de Beit Safafa.

Ayer el jefe negociador palestino, Saeb Erekat, visitó la zona. Erekat, que reside en la ciudad cisjordana de Jericó, consiguió entrar en Jerusalén y convocó a los cónsules occidentales acreditados ante los palestinos en la tienda de campaña que han levantado los vecinos de Beit Safafa para protestar contra la construcción de la autovía.

Las actividades políticas de los palestinos en Jerusalén están prohibidas. No obstante, Israel hizo ayer la vista gorda y permitió la reunión de Erekat con los cónsules en Beit Safafa.

A cambio, los palestinos no convocaron a la nutrida prensa occidental que reside en Jerusalén. Se hizo todo a escondidas, con la sola presencia de una decena de periodistas que se habían enterado del encuentro por otros medios.

La situación que estas semanas se vive en Beit Safafa es apenas una gota de agua en el océano de las violaciones israelíes de la legalidad internacional, y lo realmente grave es que la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados.

Es cierto que un grupo de cónsules asistió ayer al encuentro de Beit Safafa con Erekat. Seguramente estos cónsules han enviado sus informes a sus respectivos gobiernos. Sin embargo, esos gobiernos no hacen nada para detener la expansión israelí por todas partes.

Si de Israel depende, Netanyahu continuará "negociando" con los palestinos durante su segunda legislatura, pero al mismo tiempo seguirá cambiando la fisonomía de los territorios ocupados día a día, sin que Europa o Estados Unidos traten de impedirlo.