Monstruos Perfectos

Nuestra Amy es un filón

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Cuenta el Us Magazine que ayer Amy Winehouse se desmayó en su casa y tuvieron que ingresarla en el hospital. Suerte que su manager estaba allí y evitó que se dejara el diente de cenefa en la pared del descansillo enmoquetado.

Yo sospecho múltiples motivos del desvanecimiento, y ninguno de ellos tiene que ver con las drogas duras o el alcohol de quemar, no os vayáis a creer que ando tan falto de imaginación a estas alturas. Más bien, pudo ser cosa de las cervicales, que son muy traicioneras, y más cuando cargan con tal peso en la cabeza tras haber decidido abrazar el Síndrome de Diógenes como estilo capilar (lo que guarda Wino en ese pelo daría para llenar uno de los Birkin buenos de Vicky Beckham). Claro, que también le pudo haber dado el alipori después de ver en la televisión a Liza Minnelli con sostén a la vista en la ceremonia de entrega de los Tony. Un sujetador negro de encaje que le gritaba desde la pantalla del televisor: "Amy, bonita, mírame y acéptalo: a mi lado tú eres sólo una aficionada. Una diva politoxicómana amateur". Y claro, le dio el bajón.

Aunque enterarse por el Daily Mail de que su novio encarcelado le había pagado veinte mil libras a un simpático colega del trullo para que apaleara a Pete Doherty – según las malas lenguas, entre ellos hay algo más que una nube tóxica- tampoco me parece una mala razón para hacer cataplof y acabar ingresada de urgencias en un hospital con hematomas de cardado .

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