Cartas de los lectores

10 de junio

El caso Funeraria
Resulta que, luego de 15 años de dilaciones del proceso, la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid establece que hubo prevaricación, tráfico de influencias, falsedad documental y fraude a la Hacienda pública en la venta del 49% de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios. El precio de la venta fue de 100 pesetas (0,60 euros), cuando su valor estimado era de 1.236 millones de pesetas (7,4 millones de euros).
Pero los culpables, los empresarios José Ignacio Rodrigo y los hermanos Valdivia, han sido absueltos al haber prescrito los delitos. Y al ex teniente de alcalde, Luis María Huete, se le inhabilita por prevaricación por dos años y un día, con lo que podría, si su avanzada edad no se lo impide, presentarse a las próximas elecciones locales, autonómicas o nacionales por el Partido Popular.
¿Que le desilusiona la Justicia? ¿Que ha perdido la fe en la política? ¿Que quién resarcirá a la Hacienda pública y al Ayuntamiento de Madrid?
Hombre, por favor, no se mortifique, puede usted acabar necesitando prematuramente los servicios de la funeraria que, por cierto, continúan en manos de los susodichos empresarios.
Manuel Navarro Seva / Madrid

La ley del más fuerte
Sucede, a menudo, que esperamos demasiado de los demás y, cuando las expectativas no se cumplen, nos sentimos defraudados.
Esto es lo que ha ocurrido en la cumbre sobre seguridad alimentaria de la FAO que se celebró recientemente en Roma. Confiábamos en que de esa reunión saldrían medidas que albergaran una esperanza real para acabar con el hambre que padecen más de 850 millones de personas.
Pero ya hemos visto que, salvo las limosnas puntuales de algunos países, los compromisos adquiridos están más cargados de buenas intenciones que de soluciones concretas. ¿Cómo van a tener, los países ricos, voluntad de acabar con las desigualdades si, en gran medida, son ellos los que las provocan?
Ya estamos hartos de palabras tan hermosas como huecas, tan bondadosas como inútiles, tan espléndidas como falsas. Solidaridad, ayuda, caridad, justicia, igualdad, compromiso... Palabras, sólo palabras gastadas que, de tanto pronunciarlas en vano, ya se nos antojan afeadas y deslucidas.
Después de tantos años de civilización, de la que tanto nos vanagloriamos como seres humanos, poco o casi nada hemos avanzado como seres solidarios y comprometidos, como seres capaces de sentir lástima y compasión por nuestros congéneres en situaciones desfavorables.
Cuesta terminar por aceptar que, al final, los humanos estamos regidos por las mismas pautas salvajes que el resto de las especies. Y en nuestra lucha brutal por la supervivencia terminamos aplicando las mismas leyes de la selva, es decir: la ley del más fuerte.
Pedro Serrano Martínez / Valladolid

Horrible espectáculo

La única vez que asistí a una plaza de toros no esperé más que al instante de ver cómo se perseguía a un indefenso animal y, tras practicarle una picada, la sangre, rojo sobre negro, fluía como manantial de aguas cristalinas en un deshielo primaveral. Abandoné apresuradamente el recinto y jamás he vuelto a poner pies en un albero.
Nunca he comprendido estas formas de diversión tan ancestrales de muchas personas, puede que las respete, pero no las comparto. Ni tan siquiera los hombres primitivos que habitaban en cavernas usaban a los animales para mofarse, sino que los cazaban por subsistencia, no para hacerlos sufrir.
Pienso que hay muchas formas de diversión sin que se haga necesario recurrir al maltrato de los animales, unos seres que nos ayudan y nos acompañan en los momentos en los que los propios humanos, en algunas ocasiones, nos dan
la espalda.
Admiro la decisión personal de su majestad la reina en no presenciar esos espectáculos. Hay otras formas más humanas de utilizar tu tiempo libre como es ayudar al necesitado, practicar deportes, leer, escuchar música, pasear con la familia y amigos.
Ni perros, ni gallos, ni toros , ni ningún animal debe ser maltratado hasta la extenuación porque unos cuantos no tengan la suficiente imaginación para buscar otras alternativas que sacien su afán de entretenerse y regocijarse a la hora de matar el tiempo.
No creo que sea esa la Fiesta Nacional que represente a todos los españoles.
Francisco Pelayo Sánchez / Las Palmas de Gran Canaria

Obstáculos en el Museo del Prado
Entrar al Museo del Prado después de su remodelación se ha convertido en una carrera de obstáculos para el visitante.
A las colas interminables hay que sumarle la confusión a la hora de sacar la entrada. En esta temporada han establecido tres tarifas: 6 euros la general, 8 euros si quieres visitar la exposición El retrato en el Renacimiento y 6 euros para Goya en tiempos de guerra, lo cual es un abuso en toda regla, porque para ver el museo al completo debes pagar un total de 14 euros. Además, esta diversidad de tarifas genera una confusión tremenda para la persona que acude por primera vez.
Otro de los obstáculos que se encuentra el visitante es a la hora acceder al interior: hay que pasar unos controles de seguridad muy similares a los de los aeropuertos, con el arco de seguridad, etc. La única diferencia es que no hay que quitarse los zapatos...
Una vez se logra flanquear todas las barreras para entrar, cuando uno va a pasar al recinto de la exposición temporal tiene que enseñar el ticket al guarda de seguridad que, literalmente, se atraviesa en tu camino para comprobar que has pagado la tarifa correspondiente. En otras palabras, tratan a los visitantes como si fuéramos sospechosos.
Quiero denunciar públicamente estas anomalías para que las personas responsables de la gestión del Museo del Prado faciliten la visita a los ciudadanos, estableciendo una tarifa única y manteniendo unos controles de seguridad razonables.
Luis Ernesto Albis Albis / Ciudad Real

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