Cartas de los lectores

19 de junio

'Go Raibh Maith Agat, Ireland!'
Es decir: ¡Gracias, Irlanda. En 2005, la UE intentaba aprobar un tratado constitucional. Para convencer a los sectores de izquierdas, se destacaban mediáticamente los aspectos sociales, aun cuando se situaban bastante por debajo de lo que protegen las constituciones nacionales, supuestamente para no extralimitarse. Pero en el ámbito económico se apostaba, sin complejos en extralimitarse, por autodefinirse como un espacio comercial neoliberal, en línea con las políticas de la UE desde Maastricht. Esta era la gran jugada: aprobar una constitución neoliberal que se convertiría en un marco casi cerrado incluso en el supuesto de que la gente eligiera gobiernos nacionales de izquierdas.
El tratado también contenía aspectos de funcionamiento para una UE ampliada hasta 25 países. Esto se presentaba como imprescindible y se advertía de que la UE entraría en una parálisis de no aprobarse el tratado. Se decía que la toma de decisiones por unanimidad era un freno que impedía adelantar (pero se mantenía la necesidad de consenso para los derechos sociales), mientras que se habilitaban decisiones por mayorías simples en las cuestiones económicas (que son las que la UE realmente prioriza).
Afortunadamente, se convocaron algunos referéndums. En el Estado español, votamos ingenuamente por el sí porque se confunde la tradición de derechos y modernidad de Europa con el mercado capitalista neoliberal de la UE. Nos salvaron Francia y Holanda, donde los ciudadanos no están dispuestos a empeorar su vida a cambio de beneficios para los grandes capitalistas. Esto hizo que la UE reflexionara y ahora vuelven a la carga queriendo aprobar un tratado que recupera los mismos aspectos funcionales del tratado constitucional, habiendo aparcado los aspectos sociales y comerciales, aun cuando el nuevo funcionamiento abrirá las puertas a decisiones económicas no consensuadas que pueden ser muy peligrosas para la ciudadanía.
Para muestra, un botón: la jornada laboral de 65 horas semanales. Por suerte, Irlanda ha votado no. Los europeístas de verdad tenemos que aprovechar para cambiar el rumbo de esta UE enloquecida neoliberalmente.
Jordi Oriola i Folch / Barcelona

Losantos
Losantos ha perdido de nuevo la brújula de sus sinrazones y vuelve a errar en sus apreciaciones: el importe de la multa, contrariamente a lo que él sostiene, no es el precio del honor del injuriado, sino la penalización que se le impone al locutor por sus bravuconas injurias en contra de esa persona. El honor y el respeto tienen mucho valor, pero no
tienen precio.
En cambio, los insidiosos insultos y descalificaciones tienen un precio, pero carecen de cualquier valor. Es bien cierto que cuando un individuo ve peligrar su escaso crédito social y profesional, como en el caso de Losantos, utiliza cualquier argucia para hacerse
notar y salir en los medios.
Y la Iglesia, guardando un farisaico silencio corporativo.
Xavier Pascual i Sienra / Vilanova i la Geltrú (Barcelona)

Estéticas y modas

Es obvio el derecho que tiene todo el mundo para disfrutar de la playa, la piscina y otros lugares similares que se frecuentan cuando el buen tiempo acompaña y a los que se suele acudir con poca ropa, dejando al descubierto el cuerpo que normalmente se tiene tapado y disimulado.
Esto viene a colación por la moda que estamos padeciendo desde hace ya demasiado tiempo del exceso culto al cuerpo, y que, llegado el buen tiempo, se acrecienta más con el bombardeo que se recibe por parte de los medios de comunicación para mejorar el aspecto físico y dejarnos un cuerpo 10 sin defectos, por simple y pura apariencia.
Esto provoca que, a la hora de desnudarse en público para disfrutar de esos sitios de esparcimiento, te hagan sentir molesto, porque la forma, el tamaño y el volumen de las distintas partes del cuerpo, por exceso o por defecto, no son las elegidas por alguien que dicta los parámetros de lo normal y anormal, lo correcto e incorrecto, en todo lo referente a las estéticas y las modas.
En muchas ocasiones, para presionar más aún sobre la necesidad de tener ese cuerpo perfecto, se oyen comentarios de reproche hacia las personas que sin tenerlo, tienen el valor de ponerse a disfrutar del buen tiempo en esas condiciones.
Por tanto, y para terminar, quiero decir que si la salud nos acompaña, tenemos que disfrutar con el cuerpo que tenemos al máximo y no dejarnos acomplejar ni amedrentar por un palmo más o menos. Y al que no le guste o le moleste, que no mire.
Manu Ballesteros Rodríguez / Bilbao

Expo
Gran mérito tiene la construcción de la Expo y es una gran oportunidad para Zaragoza, pero no es un lugar para viejos, ni para niños.
Las distancias son enormes, no existen sombras que alivien del verano ni apenas bancos para tomarse un descanso. Hay unos taxis, una especie de triciclos, que suponen un gasto añadido al precio de la entrada.
Los niños acudirán a la Expo engañados, creyendo que es un parque temático donde se divertirán, pero en realidad se aburren y molestan a los visitantes con sus correteos y gritos.
Lo que parece más interesante del lugar, el acuario y el tsunami, suponen un par de horas de espera en larguísimas filas.
Se notan las prisas de última hora y el problema del agua en la colocación irregular de las baldosas, con las que es fácil tropezar. Algunos pabellones dan la impresión de encontrarte en una feria de turismo con folletos, recuerdos, carteles y vídeos.
Las actuaciones se anuncian en lugares que el visitante no conoce, tiene que consultar un mapa o preguntar a un voluntario, y entonces puede enterarse de que se desarrolla en la otra punta del recinto.
Es aconsejable visitar la Expo varias veces y mejor en días laborables que en fin de semana, descansado, con ánimo de patear el recinto y mucho tiempo por delante.
Antonio Nadal / Zaragoza

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