Cartas de los lectores

4 de diciembre

Triste coincidencia
Triste (y significativa) coincidencia: nueve millones de bombillas alumbran este mes y medio (¡!) de noches navideñas en Madrid, mientras nueve millones de personas pobres sobreviven en nuestro país con menos de 600 euros, según las últimas estadísticas. Una España pagada de sí misma, hortera, consumista, bienintencionada y cruel, al lado de otra España sufriente, callada, obligada a la austeridad, a no creer en nadie y a aguantarse. Nuestros políticos hablan de Estado de Derecho para referirse a un estado de privilegio e injusticia. Los partidos ofrecen, con cuentagotas, un poco de lo que sobra para los que pasan miserias. Y la voz de la necesidad no tiene quien la represente. Aquí hay demasiadas leyes, lo que falta es democracia.
Paco Beltrán
Madrid

Las amenazas de Chávez
Espero que nuestro Gobierno responda adecuadamente a las amenazas de Hugo Chávez de romper las relaciones diplomáticas con España y nacionalizar las empresas españolas de Venezuela si el Partido Popular gana las próximas elecciones. Ningún Ejecutivo con un mínimo de dignidad puede permitir que el mandatario de otro país se inmiscuya en los asuntos internos del propio, y mucho menos que lo amenace y chantajee.
Freddy G. Bru
Girona

Anillo de fuego
Los regímenes neosocialistas iberoamericanos siguen flameando, y sus llamas cada vez apuntan más alto. Los procesos constituyentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia no auguran un fortalecimiento del modelo democrático de corte occidental al que estamos acostumbrados. El referéndum constitucional chavista, rodeado de amenazas a la oposición, a Colombia, a España y a EEUU, vuelve a poner de manifiesto que cualquier pretexto es válido para el caudillo bolivariano con tal de imponer su santa voluntad a un país dividido entre un militar que pretende perpetuarse en el poder con métodos de dudosa legitimidad y una oposición absolutamente incapaz de ofrecer un programa que ilusione a los venezolanos. El fuego se amplía a Ecuador y Rafael Correa, a Bolivia y Evo Morales, a Nicaragua y Daniel Ortega, y quién sabe dónde va a llegar. El fracaso del neoliberalismo en el subcontinente suramericano y el ocaso del castrismo han parido a un coloso ideologizado que nada en petróleo y demagogia, y el anillo de fuego avanza mientras el resto de países mira hacia otro lado. Estados Unidos perdió toda legitimidad, si es que alguna vez la tuvo, España se parapeta en un silencio cómplice por miedo a perder sus cuantiosas inversiones, Colombia empieza a protestar, pero no tiene fuerzas ni para salir de su lodazal de drogas y guerrillas... Puede que Brasil, México o Argentina se den cuenta de que este anillo de fuego puede quemarles algún día, y emprendan una política de ámbito continental persuasiva y eficaz. Mientras tanto, como cantaba Johnny Cash, el anillo arde, arde y arde.
DIEGO CONTRERAS ESPINA sevilla

Enfermos mentales
Mi hermano era un enfermo mental; la enfermedad apareció siendo un niño y lo acompañó hasta el final de sus días. Hoy en día se les presta gran atención a otros colectivos, pero no tanto al de los enfermos mentales. La suya es todavía una enfermedad estigmatizada y objeto de actitudes y sentimientos negativos hacia la persona que la sufre. Quizás esto mejorara si de una vez por toda se atendiera como es debido la vida de sufrimiento, soledad y abandono de las personas que padecen una enfermedad tan doblemente cruel.

Por otra parte, quiero dar las gracias a todas las personas que en algún momento de la vida de mi hermano tuvieron para él algún gesto amable; en particular quiero referirme a nuestro pueblo, Tocina, donde Manolo pasó toda su vida. Hubo personas que le trataron con respeto, cariño, consideración, sensibilidad y comprensión, y en los peores momentos de su enfermedad hicieron el esfuerzo de entenderlo.
Serafina Roldán Genicio
Tocina (Sevilla)

Morir con dignidad
Hace cuatro años murió el compañero de habitación de mi suegro. Ayer le tocó el turno a él en la habitación 516 del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. El compañero de mi suegro murió rodeado de personas ajenas, y ayer mi suegro estuvo también rodeado de extraños, sin intimidad. "Sólo se puede estar en la habitación de dos en dos", nos dijeron. Entonces la familia del compañero de mi suegro pidió una habitación individual para que muriera dignamente, y ayer la pedimos nosotros. No la hubo en ningún caso. Entonces lo denuncié, y hoy vuelvo a denunciar la muerte extraña en una habitación para dos con familiares de ambos pacientes. Me preguntaba entonces dónde quedaba la muerte íntima con tus seres queridos, y hoy vuelvo a preguntar a los políticos: ¿dónde se puede morir con dignidad? Madrid, la locomotora de España, destina sólo una tercera parte de los recursos que se necesitan en Cuidados Paliativos, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Mientras agonizaba mi suegro escuchó nuestra voz, pero también la conversación sobre los seguros de coches de la familia de al lado. Dudo mucho que nuestros políticos y sus familiares mueran en habitaciones compartidas. Vaya nuestro reconocimiento a todos los médicos, enfermeras, auxiliares, celadores y personal de limpieza de la sanidad pública que han atendido a mi suegro en todos estos años. Nuestro cariño y respeto para ellos. Pero, mientras Madrid se engalana de luces navideñas, mi suegro no tuvo el derecho a morir íntimamente con todos los suyos. Se llamaba Ángel. In memoriam.
César Caballero Samper
Madrid

¿Hay esperanza?
Donde una puerta se cierra, otra se abre, y tras una bajada se produce una subida. Sólo hay que observarse y observar la vida. Quizás tener paciencia y no perder la esperanza. ¿Pero cómo, si los hechos son los que son, y son para echarse a temblar? El terrorismo nos siega la esperanza cada vez que se troncha una vida. La madre patria ya no es tan madre, es madrastra, coladero europeo de los abortos ilegales. La atmósfera de violencias y maltratos en hogares nos dejan en la mayor tristeza. Sin embargo, a pesar de la ristra de pesares, siempre hay una esperanza que nos pone en camino, en movimiento.
Víctor Corcoba Herrero

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