Cartas de los lectores

18 de noviembre

Dos ideas para Díaz Ferrán
Veo que al presidente de los empresarios no se le ocurren nuevas ideas para reflotar sus empresas ni tampoco para dirigir la confederación para la que fue designado a dedo.
Yo invito a Gerardo Díaz Ferrán a considerar algunas que le ofrezco desinteresadamente:
1) Reinstaurar la esclavitud: cualquier trabajador podrá ser contratado sin ninguna garantía y sin tener que cobrar salario. ¿Le suena?
2) Para los trabajadores que ya tuviesen un contrato fijo, se podría plantear el despido libre y arbitrario a voluntad del empleador.
Señor Díaz Ferrán, algo me dice que le parecerán interesantes. Vaya estudiando estas propuestas.
Pedro Gallego / Madrid

La paridad lingüística no alcanza a las mujeres empresarias
Los representantes sindicales y la izquierda suelen emplear el lenguaje paritario para referirse a los trabajadores y las trabajadoras, los ciudadanos y las ciudadanas, los vascos y las vascas, todos y todas...
Pero cuando se refieren a los empresarios no se les ocurre citar también a las empresarias. Para según que discursos, conviene ignorar la presencia de la mujer.
Y ahí están esas mujeres que optaron por echarle valor y ponerse al frente de la empresa por méritos propios.
Jordi S. Berenguer / Barcelona

¿Tan compleja es la redistribución de la riqueza?
Los países en desarrollo continuarán encabezando los índices de natalidad y su número de habitantes experimentará un incremento cercano al 50% en su conjunto.
Paralelamente, las naciones más prósperas tienden a envejecer y perder población, y serán necesarios millones de inmigrantes para mantener un crecimiento equilibrado. Sin embargo, las cifras previstas no quedan compensadas, pues la suma de personas nacidas en zonas sumidas en la dificultad será muy superior al que reciban los territorios prósperos.
Entonces existirán más ciudadanos pobres y los movimientos migratorios serán imparables.
Para prevenir conflictos o desencuentros sociales es necesario educar y concienciar a la población del aumento de la diversidad étnica de nuestra sociedad. Para combatir la miseria es imprescindible una mayor distribución de la riqueza. ¿Sencillo, complejo?
Alejandro Prieto Orviz / Gijón (Asturias)

Las excomuniones que plantea la Iglesia pueden abrir una brecha
No pretendo asustar con esto al prelado Martínez Camino, pero su amenaza de excomulgar a los diputados que voten a favor de la reforma de la Ley del Aborto, circunstancia en la que también se encontrarán todos los hombres y mujeres católicos que se acojan a la citada norma legal y propicien el aborto o aborten directamente, puede conducir a una situación como a la que llevó la Ley Seca en EEUU, allá por la década de los años 20 del pasado siglo.

Nadie puede asegurar que algunos curas díscolos no lleguen a impartir comuniones clandestinas a proabortistas buenos creyentes (aunque herejes oficiales) que acudan a los sacerdotes para poder recibir la eucaristía a cambio de mejorar la salud financiera de los respectivos cepillos parroquiales.
Todavía está el obispo a tiempo de rectificar.
Enrique Chicote Serna / Arganda del Rey (Madrid)

La actuación del Gobierno y la oposición ante el chantaje al Estado
Imagina que varios individuos secuestran a una o varias personas. Y que para proceder a su liberación exigen una cantidad de dinero.
Imagina que, al no conseguir sus objetivos transcurridos unos días, amenazan con matar al secuestrado o secuestrados si sus exigencias no se cumplen en un plazo determinado.
Imagina que eres el presidente del Gobierno y la vida de los secuestrados está en tus manos: ¿qué harías? ¿Cambiaría el sentido de tu decisión el hecho de que los secuestradores fuesen ladrones, miembros de una mafia, piratas o terroristas? De ser así, ¿podría decirse que valoras la vida del secuestrado en función de quién sea el secuestrador?
Imagina ahora que eres de la oposición: ¿utilizarías la decisión de tu oponente, fuese cual fuese, para desgastarle?
Alberto Ríos Mosteiro / Madrid

Mario Conde, un semblante marcado por la huella de la cárcel
En la entrevista que le hizo Sánchez-Dragó a Mario Conde pude observar que el ex banquero tiene marcada en el semblante la huella de una enfermedad terrible.
Asegura que salió de la cárcel, que se puede salir de la cárcel y que se puede salir de todas las cárceles físicas o imaginarias que nos puedan aprisionar. Pero su semblante lo desmiente. Está marcado por un estigma carcelario indeleble. En 1993, las cárceles estaban abarrotadas por políticos, banqueros y hombres de negocios. Por esos años la cultura del pelotazo, la fiesta de los fondos reservados y la especulación se estrelló contra el dique del Estado de derecho.
Hoy mismo estamos en capilla, tras el estallido del último pelotazo, a la espera de que se inicien decenas de juicios por corrupción. Quizá dentro de uno o dos años nos encontremos como en 1993, con las cárceles abarrotadas de políticos, banqueros y hombres de negocios. Y una vez más podremos alegrarnos de que, aun tratándose de un enfermo crónico, el Estado de derecho es capaz de poner ciertos límites a nuestros sobresalientes.
Mario López Sellés / Madrid

Estas Navidades compartamos lo nuestro con los que no tienen nada
El Papa acaba de denunciar en la FAO la opulencia y el despilfarro de Occidente, cuando en otras partes del mundo millones de personas pasan hambre y miles de niños mueren diariamente de desnutrición.
A pesar de ello y de la crisis, en las próximas Navidades continuaremos comprando más comida de la necesaria para celebrar las fiestas, y nuestros hijos recibirán multitud de regalos de parte de padres, abuelos padrinos y tíos, de los cuales
apenas harán caso a los pocos días.
No estoy en contra de que celebremos la fiesta más importante del año con algún extra y alegremos a nuestros pequeños con algún detalle, pero sin caer, como sucede con frecuencia, en la opulencia y el despilfarro. Y que lo que podamos ahorrar con unas Navidades más sobrias lo destinemos a los que están peor que nosotros; que pueden ser del Tercer Mundo, pero también puede ser que los tengamos mucho más cerca por la crisis.
José Pauner Sala / Antella (Valencia)

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