Cartas de los lectores

27 de febrero

Un traje a su desmedida
Debe de ser un papel que se les ha traspapelado. Me refiero al patrimonio declarado por Francisco Camps, presidente de la Generalitat de la Comunidad de Valencia. A ver si lo declarado va a corresponder en realidad a las cuentas de uno de los parados con los que se fotografió Mariano Rajoy en la cola del Inem.
Aunque solamente sea por el cargo que ostenta el señor Camps, lo que es sospechoso es lo que ha declarado como patrimonio personal. Los conservadores se han pasado tanto de frenada y de apariencia de decencia, que este hecho debería ser investigado a fondo.
Sirva como guinda, aunque todo se puede superar, de una trayectoria vergonzosa y abochornante del principal partido de la oposición; insultos por lo bajini, peineta por lo altini y un insulto a la inteligencia fuera de lo normal.
Supongo que no es mi voto el que persiguen.
Ignacio Caballero Botica / Madrid

La juventud hace horas extra y los mayores se manifiestan
Mis padres me preguntaron dónde estaban los jóvenes mientras ellos asistían a la manifestación en contra del pensionazo. Con tremenda vergüenza pensé: muchos se encontraban haciendo horas extra gratis, otros peleando por conseguir un trabajo miserable con un sueldo indigno. De este grupo excluyo con pena a otros que se dedican a vivir de sus padres sin estudiar ni trabajar.
Cómo no vamos a tener más de cuatro millones de parados si las empresas nos obligan a realizar al menos el trabajo de dos personas y encima tenemos que dar las gracias. Se está generando un entorno laboral en el que los empleados compiten para ver cuál es el que trabaja más por menos dinero. Trabajo en una de las empresas más grandes del país y veo a diario horas extra que no se pagan, gente trabajando gratis en festivo...
Y lo más lamentable: los pocos que se atreven a denunciar sólo consiguen que se le dé la razón a la empresa y un bonito acoso laboral (que obviamente no se puede demostrar) si continúan trabajando en ella, amén de que la promoción laboral se acabó hasta que no demuestren que han vuelto al redil y van a dar el todo por el todo.
Y me pregunto, si esto ocurre en una gran empresa, ¿cómo será en las pequeñas que no tienen siquiera representación sindical?
El futuro de los jóvenes españoles planea cada vez más negro y siendo, con suerte, mileuristas hasta los 67...
No es suficiente con hacerse admirador de algún grupo de la red social de turno en contra del pensionazo, tenemos que salir todos a la calle si queremos ser escuchados para que cambie la situación.
Cristina Sánchez / Madrid

El último juicio del franquismo contra el juez Garzón
La situación del juez Garzón pone de manifiesto la vigencia del régimen franquista. Pero, siendo aberrante, no es sorprendente. Los que hemos vivido la Transición sabemos que aquello consistió en un cierto relajamiento democrático del Movimiento Nacional, acompañado de algunas caras nuevas, o no tan nuevas, para dejar a cada cual en donde estaba el día antes de morir el dictador. En fin, que, como dijera Serrat en su famosa canción, pasada la fiesta, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el avaro a su avaricia; lacerantes vestigios de un mundo que deberíamos haber abandonado hace tiempo.
Es lo que tienen estas cosas. Que la aberración descontrolada acaba derivando en el esperpento: tenemos que aguantar que el franquismo, sin careta, asuma el juicio contra Garzón. Si Franco levantara la cabeza le daría la risa. La restauración borbónica está a punto de durar lo que duró la dictadura franquista, sin haber cambiado ni a un solo pinche de la cocina del poder verdadero.
Así que lo que ahora se ha dado en llamar democracia ha abierto una causa general contra todo aquel que ose exigir una reparación por los crímenes cometidos por la represión fascista. Está claro en manos de quiénes estamos. Cierto es que si todo lo que acabo de escribir lo escribo en la época de Franco, ya mismo estaría en la DGS, en un calabozo debajo del despacho de Esperanza Fuencisla Aguirre Gil de Biedma, condesa consorte de Murillo, soportando todo tipo de carantoñas a manos de Billy el Niño o el comisario Conesa.
Pero, precisamente, en mi derecho al pataleo reside la credibilidad del disfraz demócrata del franquismo.
Mario López Sellés / Madrid

Recordemos tres momentos de Aznar
En el primero –siendo ex presidente– se rebela contra la campaña "si bebes no conduzcas". Todo parece indicar que a Aznar no le quitan el sueño las vidas salvadas gracias a las campañas de tráfico.
Segundo: la famosa foto de las Azores en la que se resistió a ser un extra y corrió para estar al lado de uno de los actores principales consiguiendo dos objetivos: dejar patente su satisfacción con una guerra ilegal en la que casi todos vaticinábamos una masacre (la cifra sobrepasa los 500.000 muertos) y poner a España en el punto de mira de Al Qaeda (11-M).
El tercer momento es el más reciente: su famosa peineta. Fijémonos en algunos detalles: cuando le llaman asesino y fascista permanece impasible el ademán. Sin embargo, cuando se pitorrean (al grito de ¡Aznar presidente!) es cuando saca su dedo corazón a pasear. ¿Será porque en el primer momento se sintió importante y más tarde un ser digno de mofa?
Manuel Caamaño / Madrid

Los Goya se han convertido en un circo
Parece que lo más importante de los Goya es quién va con quién y la foto de Penélope Cruz con Javier Bardem. Se habló mucho más de eso que de cine en sí. También la prensa general.
Me alegró que Celda 211 ganara. Amenábar había hecho hasta ahora producciones propias y de sentimientos. Agora, en cambio, fue una superproducción hollywoodiense. Una con mucho presupuesto de las que cada año se pueden ver unas cuantas. Me decepcionó. Espero que la siguiente película que dirija sea fiel a su estilo. Y espero que en el futuro se hable más de cine y menos de corazón.
Luis Castilla González / Logroño

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