Cartas de los lectores

22 de junio

Saramago, la conciencia crítica
Se apagó la voz siempre viva, intensa, desgarrada, comprometida de José Saramago. Defensor de necesarias utopías, abogado de causas perdidas en un mundo pésimo, en el que es imposible ser optimista a no ser que se sea un necio, un rico o un explotador. Un escritor que reflejaba en sus obras el desasosiego que le provocaba este mundo para que el lector se viera ante el espejo inquietante de su propia realidad y pudiera ser consciente de su vacío existencial y de su perversión ética. Lo consiguió con una prosa densa, dura, sin concesiones, inquietante y cómplice de una nueva dimensión humana: la del individuo libre, solidario, más allá de los inmisericordes intereses de los mercados y de los negocios religiosos sin alma.
Gracias, maestro, por haber sido la conciencia crítica, esculpida en perfecta y armoniosa literatura, de estos ciegos que no vemos porque no queremos mirar.
Javier Gutiérrez Herrador / Laredo (Cantabria)

La injusta oposición de la Iglesia
al Nobel de Literatura

El Vaticano ha emitido una nota de condena a Saramago en su más fiel estilo ruin y cobarde: denigrante y a título póstumo, cuando Saramago ya no puede defenderse. La Iglesia católica se permite echarle en cara a Saramago que su parcialidad dialéctica le impedía alcanzar cualquier objetivo creíble; como si creer en algo de lo que no hay pruebas –la llaman fe y viven de ella– tuviera alguna consistencia lógica mayor.
Estos señores juzgan al escritor, básicamente, por comunista. Lo juzgan por no haber, dicen, criticado el gulag soviético; quizás nunca hayan leído el libro Ensayo sobre la ceguera o lo hayan hecho como censores rancios: allí está la crítica a toda la barbarie humana, que consiste en criticar todo lo que nos vuelve ciegos: la maldad impune, por acción u omisión, del hombre para el hombre.
Coincide, curiosamente, con el mensaje de ese medio hombre (mitad hombre, mitad Dios, quiero decir) que supuestamente existió y que supuestamente dijo: "Amaos los unos a los otros".
Emilio Iglesias Delgado
Sevilla

Va a hacer falta que montemos otra revolución
Sinceramente y sin acritud: ¿esto es todo lo que se les ocurre para combatir el déficit público? ¿En serio? ¿No se dan cuenta de que es pan para hoy y hambre para mañana?
Comprendo que, para aumentar la productividad, es mucho más complicado y cansado mejorar los sistemas productivos, buscar nuevos mercados, diversificar la producción o formar adecuadamente a los trabajadores que abaratar costes reduciendo sueldos o despidiendo empleados, pero en ocasiones es necesario ser audaz e imaginativo en vez de cobarde y convencional.
Nos consolarán diciendo que son las medidas que todos están aplicando. Entonces les podremos decir que, si estas son las soluciones del capitalismo moderno, se parecen tanto a las del capitalismo antiguo que va a hacer falta otra revolución.
Miguel Torija Martí

Castellón

Las huelgas en China harán mejorar las condiciones de todos
La multiplicación de las huelgas en las fábricas chinas constituye uno de los sucesos más importantes y esperanzadores para todos, ciudadanos de un mundo globalizado.
La subida del nivel de vida de un sector importante de esa cuarta parte de la humanidad impulsará una evolución hacia un régimen menos autoritario y un Gobierno más respetuoso con los derechos humanos. Esto influirá en todo el mundo, empezando por sus zonas de influencia directa en Asia y África. También irá disminuyendo la competencia desleal de precios que China ha estado realizado en el exterior gracias a la sobreexplotación de su mano de obra, y facilitará un más justo reparto de ingresos entre naciones. En esas luchas laborales se juega, pues, una parte significativa del destino de todos.
M G. Jorba Obiols
Barcelona

Engañar a incautos y consolar
a los suyos

La consejera catalana de Salud, Marina Geli, al ser difamada cruel y soezmente por un contertulio de Intereconomía por su página web de educación sexual, dijo: "No puedo admitir que piensen que soy inmoral". Días después, los contertulios de El gato al agua trastocaron el significado semántico de la frase con esta interpretación: "Vaya. Esta señora no quiere que pensemos". Después de tal abstracción, concluyeron con: "La izquierda es totalitaria, nos prohíbe pensar. No admite la crítica ni que digamos la verdad". De una querella por ofensas hacia una persona determinada obtienen una burda y falaz generalización para engañar a incautos y consolar a los suyos.
Precisamente es la derecha la que no desea que los ciudadanos piensen, y es la izquierda la que desearía que los ciudadanos fueran libres y pensaran más y mejor, porque así no se dejarían dominar en lo político, explotar en lo económico y alienar en lo cultural.
Manuel G. Burgos
Madrid

Reivindicación del trabajo social
Es esta una carta reivindicativa que pretende elevar el sentido del trabajo social, una profesión castigada por sus condiciones laborales y por su categoría. Una labor fustigada incluso por sus profesionales, que nos olvidamos, a menudo, de la importante función que debemos cumplir en una sociedad que cada día se acerca más al bochorno del capitalismo salvaje y se aleja más de la solidaridad, y que excluye sin compasión ni complejos a los más débiles. Nuestra profesión parte de la idea de cambiar el mundo y las estructuras opresoras e injustas. Espero que no se nos olvide. Espero que pronto empecemos a reivindicar lo que somos y, sobre todo, lo que deberíamos ser.
Beatriz García Serrano
Candás (Asturias)

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