Más desplazados forzados que nunca: 79,5 millones a finales de 2019

ACNUR/Sylvain Cherkaoui
ACNUR/Sylvain Cherkaoui

Laura Sanz-Cruzado (@laura__ese)

  • Una de cada 97 personas, más del 1% de la población mundial, ha sido desplazada forzosamente según un nuevo informe de ACNUR
  • Del total de 79,5 millones de personas desplazadas a finales del año pasado, cifra que duplica la de 2010, los niños, niñas y adolescentes representan el 40%
  • "La mitad de los niños y niñas desplazados ya estaban desescolarizados antes del coronavirus, pero la pandemia ha hecho que la situación empeore aún más", dicen desde Entreculturas.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) nunca había registrado una cifra tan alta. Un total de 79,5 millones de personas, entre ellas un 40% de menores, estaban desplazadas de manera forzada a finales del pasado año. Es una de cada 97 personas, más del 1% de la población mundial. Guerras, conflictos armados, violencia, persecuciones y violaciones de derechos humanos son los principales motivos que les empujan y mantienen lejos de sus casas.

Así lo indica el informe anual 2019 que ACNUR acaba de publicar como anticipo del Día Mundial del Refugiado que se conmemora cada 20 de junio. La cifra prácticamente duplica a la de 2010, cuando había 41 millones de desplazados forzosos, y supone un 12% más respecto a los 70,8 millones de personas que se encontraban en esta situación a finales de 2018.

El aumentose debe a los nuevos desplazamientos de cuatro territorios: la República Democrática del Congo, el Sahel, Yemen y Siria

El aumento, según ACNUR, se debe sobre todo a los nuevos desplazamientos que han tenido lugar en cuatro territorios: la República Democrática del Congo, el Sahel, Yemen y Siria, que encadena su noveno año de conflicto y cuenta por sí misma con 13,2 millones de refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos, la sexta parte del total mundial.

En el crecimiento también ha tenido que ver "una mejor representación de la situación de los venezolanos fuera de su país, muchos de los cuales no están legalmente registrados como refugiados o solicitantes de asilo", aclara el documento. Se calcula que hay 4,5 millones de venezolanos desplazados en el extranjero: 93.300 refugiados, 794.500 solicitantes de asilo y 3,6 millones desplazados.

De ese total de 79,5 millones de personas desplazadas, la mayoría (45,7 millones) eran desplazados internos; 26 millones eran refugiados; y 4,2 millones, solicitantes de asilo a la espera de ser reconocidos como refugiados. Los 3,6 millones restantes agrupan a los venezolanos desplazados de forma forzosa.

"Estamos presenciando una nueva realidad, ya que el desplazamiento forzado hoy en día no solo está mucho más extendido, sino que simplemente ya no es un fenómeno a corto plazo y temporal", señala en un comunicado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

Volver, cada vez más difícil

A la gravedad de tener que huir de tu hogar buscando protección dentro o fuera de tu país se añade el hecho de que cada vez resulta más complicado poder retornar. Según el informe, el 77% de los refugiados del mundo están atrapados en desplazamientos prolongados, como por ejemplo, Afganistán, lo que hace que cada vez menos personas desplazadas tengan la posibilidad de regresar a sus casas. Solo 5,6 millones, de los cuales 5,3 eran desplazados internos, pudieron hacerlo el pasado año. Y eso a pesar de que la mayor parte de los refugiados que huyen al extranjero (el 73%) viven en países vecinos al suyo.

40% de menores, muchos solos y sin escolarizar

Los niños y adolescentes, miles de ellos no acompañados, representan entre 30 y 34 millones de desplazados por la fuerza, el 40% del total, una población mayor que la que resultaría si sumáramos todos los habitantes de Australia, Dinamarca y Mongolia.

Muchos no solo han tenido que abandonar su casa por la violencia, sino que también han perdido a su familia y corren el riesgo de ser reclutados por grupos armados o ser víctimas de abusos, explotación o tráfico. Y a eso se suman las dificultades para poder comer, tener agua potable e ir al colegio.

Y es que el acceso a la educación es un auténtico problema para ellos. Ya en 2018, dice ACNUR, había 3,7 millones de niñas y niños refugiados sin escolarizar, y la llegada de la COVID-19 no ha hecho sino agravar la situación al tener que cerrar las escuelas y suprimir las clases presenciales.

"La mitad de los niños y niñas en edad escolar desplazados ya estaban desescolarizados antes del coronavirus, pero la pandemia ha hecho que la situación empeore aún más", asegura Lucía Rodríguez, responsable de Incidencia en la ONGD Entreculturas.

El cierre de los colegios tiene consecuencias devastadoras en la vida de estos niños y niñas desplazados, señalan desde Entreculturas

El cierre de los colegios, explica, tiene "consecuencias devastadoras en la vida de estos niños y niñas". "La escuela, además del lugar donde aprenden y socializan, es su lugar seguro, su refugio, el sitio donde se encuentran protegidos y cuidados, su espacio donde volver a ser niños". Es el lugar que les aleja de las situaciones de violencia, abuso y explotación de las que se ven forzados a escapar. El refugio que les hace un poco menos vulnerables, un poco más niños.

Y no solo eso. En muchos casos es también "su único punto de acceso a agua potable y a una comida fuerte al día", lo que repercute en el índice de desnutrición de estos menores. Para las niñas y adolescentes, la escuela supone además "una menor exposición a la violencia física y sexual, y a los embarazados no deseados".

Por eso la ONGD —que desde el inicio de la crisis trabaja en países como Burundi, Chad, Líbano o Malaui facilitando a los menores pequeñas clases a distancia, radiofónicas y por WhatsApp para garantizarles una mínima cobertura educativa, además de distribuyéndoles bienes de primera necesidad y dando seguimiento telefónico a las víctimas de violencia— exige a los Estados que "se comprometan con la educación y ayuden a preservarla como un derecho imprescindible en situaciones de conflicto y refugio".

"El derecho a la educación no debe interrumpirse en ninguna circunstancia, porque esto solo aumenta la vulnerabilidad de los menores. La educación es tan importante como la alimentación o la sanidad. La escuela, el profesorado y los estudiantes tienen que estar protegidos siempre", añade Rodríguez.

Para ello piden más inversión en ayudas bilaterales y fondos multilaterales como el de La Educación no Puede Esperar (ECW), el primer y único fondo mundial para la educación en crisis, y que iniciativas como la Declaración sobre Escuelas Seguras sean vinculantes. También un mayor un esfuerzo de todos, ciudadanos incluidos, para "conocer y entender la situación de los refugiados, y actuar en consecuencia fomentando los valores de una sociedad empática, acogedora e intercultural". Porque tras todos estos números, datos y estadísticas, se esconden, como siempre, miles de historias de sufrimiento, desesperación y sacrificio que no deben ser ignoradas.